REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA QUINTA SEMANA DE CUARESMA 24-03-15

crucificado

En la lectura evangélica que nos presenta la liturgia para este martes de la quinta semana de cuaresma (Jn 8,21-30), san Juan vuelve a poner en boca de Jesús la frase “yo soy”; el nombre que Dios le revela a Moisés en el pasaje de la zarza ardiendo, cuando al preguntarle su nombre Él le responde: “Así dirás a los Israelitas: Yo soy (יהוה – Yahvé) me ha enviado a vosotros” (Ex 3,14).

En el pasaje que contemplamos hoy, Jesús primeramente nos remite a la necesidad de creer en Él para salvarnos (Cfr. Mc 16,16): “…si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados”. Luego repite la frase para significar cómo en su “levantamiento” (su muerte y exaltación en la Cruz) es que se ha de revelar quién es Él y cuál es su verdadera misión: “Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy”. Este versículo guarda un paralelismo con la primera lectura (Núm 21,4-9), en la que muchos ven una prefiguración de la cruz y cómo por ella nos vendría la salvación.

La primera lectura nos relata cómo durante su camino a través del desierto (en la Biblia el desierto es siempre lugar de tentación y de prueba), el pueblo de Israel había comenzado a dudar de la Providencia de Dios, y a murmurar contra Él y contra Moisés: “¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo (refiriéndose al maná)”. Entonces aparecieron unas serpientes venenosas que ellos interpretaron como un castigo de Dios.

Tal como nos sucede a nosotros cuando nos hemos alejado de Dios y nos sentimos acosados por diversas circunstancias, los israelitas, al verse acosados por las serpientes venenosas, reconocieron su culpa y recurrieron a Moisés para que intercediera por ellos ante Yahvé. Como dice el refrán popular: “Nos acordamos de santa Bárbara cuando truena”.

Entonces Yahvé instruyó a Moisés construir una imagen de una serpiente venenosa y colocarla en un estandarte (la figura resultante sería similar a una cruz), para que todo el que hubiese sido mordido por una serpiente venenosa quedara sano al mirarla. ¿Quién curaba a los Israelitas, el poder de aquella serpiente de bronce? ¡Por supuesto que no! Los curaba el poder de Dios, cuya promesa ellos recordaban, y a quien invocaban al mirar la imagen. Recuerden este pasaje cuando alguien les acuse de “adorar imágenes”…

Del mismo modo, con el Yo soy de Jesús en el Evangelio de hoy, unido a la alusión a su “levantamiento”, Jesús nos exhorta a buscar la presencia salvadora de Dios en su persona, unida al sacrificio de la Cruz. En Jesús tenemos a Dios mismo que puede decir: “Yo soy entre ustedes”. De ese modo el nombre de Dios se convierte en una realidad. Ya no se trata de un Dios distante, terrible, cuyo nombre no se podía ni tan siquiera pronunciar. Ahora Dios “es” entre nosotros (Cfr. Jn 1,14; Mt 28,20).

Al igual que los israelitas en el desierto eran sanados al mirar el estandarte con la serpiente, nosotros, los cristianos, somos sanados de nuestros pecados cuando fijamos nuestra vista en la Cruz, que nos remite al Crucificado, y al único y eterno sacrificio ofrecido de una vez y por todas para nuestra salvación. Si no lo has hecho aún, todavía estás a tiempo. ¡Reconcíliate! Para eso Jesús nos dejó el Sacramento…

Mis reflexiones trasnochadas en Cuaresma – Rev. D. Carlos R. Morales

Diácono Carlos R. Morales

Hermanos(as): Comparto con ustedes esta reflexión del hermano Carlos R. Morales, muy acertada para este tiempo de Cuaresma. ¡Gracias, Espíritu Santo, por hablarnos a través de este hermano!

Adivino tu agonía. Quizás no tanto por tu Calvario y que de forma extraordinaria,  seguirás las sendas trazadas por el Padre,   como sacrificio por la Humanidad. Dijiste aquella noche de la traición: Que no se haga mi voluntad y sí la tuya. Haz curado toda clase de enfermedades. Haz calmado la tempestad. Multiplicando panes y peces nos ha dado de comer. Horas antes nos das tu cuerpo y tu sangre, pero antes les haz lavado los pies a tus discípulos en señal sublime de servicio a los demás como mandato de amor a los que te sigan.

Tu llanto a lágrimas, tus súplicas y suspiros, tu oración sentida;  no es ni siquiera por haberte dejado solo en esos momentos, mientras tus discípulos dormían. Son goterones de sangre los que caen en el suelo a tu alrededor. Los científicos dicen que es posible este hecho, al medir el grado de tensión que puede sufrir un ser humano. Haz curado enfermos, resucitaste a Lázaro tu amigo del alma. En su casa junto a Marta y María solías descansar. Ahora tan sólo queda una piedra donde recostarte. Me imagino viendo la película de tu vida de entrega al servicio de nosotros los seres humanos.

Seguramente tu dolor es del Padre cuando la sangre de Abel le clamaba por justicia frente al fratricidio de Caín. Te acordarías de David, tu amigo, el que sacaste de cuidar ovejas para ser Rey de Israel,  unificando tu pueblo con maestría y tu ciencia.  Te acordarías de la sangre de Urías y de cómo en quien confiabas cometió su pecado en Betsabé, hija de Ammiel a quién hizo suya estando casada.  ¡Cuánto dolor de ver la abominación en un pueblo bendecido por ti desde sus inicios en Abraham. Ahora buscan tu muerte.

Tu dolor es ver el resultado en cada persona que redimirías su contumacia a hacer su voluntad y no la tuya,  que es todo amor y atenciones hacia el mismo. Es la traición en Judas que con un beso fraterno te vende a los soldados que te atan de manos. Es nuestra traición. ¡Qué más podías hacer por nosotros! ¡Cómo pagamos tu fidelidad!

Una vez dijiste que no se daban perlas a los cerdos. Con todo,  nos entregaste tu propia vida para que nos arregláramos conforme a la tuya con tu Gracia. Habías expresado la voluntad del Padre que nos creó en tu Sermón del Monte. Ocupa tres capítulos en tu Evangelio según San Mateo. Los hemos llamado Las Bienaventuranzas. Los pobres, los limpios de corazón. «Bienaventurados los pobres de espíritu, los humildes, porque de ellos serán los tesoros del reino del cielo.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de rectitud, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios

Bienaventurados los que están de luto, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán el espíritu del regocijo.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia.

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los que son perseguidos por causa de su rectitud, porque de ellos es el reino del cielo.

Bienaventurados seréis cuando os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros falsamente. Alegraos y gozaos porque grande será vuestra galardón en los cielos.

Tu agonía es por eso. Nos haz enseñado el camino.  El Mundo ha tomado otro camino. Bienaventurados los que acaparan riqueza porque serán millonarios. Bienaventurados los que hacen trampa porque el mundo es del listo. Bienaventurados los que sacian sus gustos y apetencias porque el llanto no les visitará. Bienaventurados los que hacen la guerra porque infundirán respeto con dominio y poder. Bienaventurados los que piensan mal del otro ser humanos porque no serán engañados. Bienaventurados los que viven en la abundancia porque no conocerán el hambre.

Las distancias entre los ricos y los pobres de agigantan y mueren millones de niños de enfermedades prevenibles con las migajas de lo que pudiera costar una vacuna o un simple alimento. Hemos producido guerras mundiales al costos de millones de vidas. Hemos producido bombas nucleares capaces de destruir en minutos la humanidad entera. Hemos botado a la basura millones de embriones humanos por no tener dónde ponerlos y mantenerles con vida suspendida resulta caro. Hemos trastocado tu mandado en torno a la visión que debemos tener de nuestro cuerpo y de nuestras relaciones sexuales siguiendo la escuela de Sodoma y Gomorra.

Te duele que tu sacrificio no pueda ser comprendido al punto de salvar a la Humanidad, que es tu misión. La mayor parte del mundo vive en una miseria paupérrima y clama a ti; esperando que imitemos tu generosidad que hace llover sobre buenos y sobre malos. Hemos sembrado tormentas y cosechamos tempestades. Duele que tan sólo un resto de Israel, apenas una semilla del tamaño de una de mostaza; pueda seguir tus huellas.

Con todo, apuestas al ser humano y les dices a los soldados: Yo Soy, dejad libre a estos. El Amor no es amado. Te hemos dado a beber sudor y lágrimas.

¿Por qué? Porque sabes que el dolor redime, une y conduele. De tus primeros discípulos se dice: Mira cómo se aman. Nadie pasa necesidad. Todo lo ponen en común. Comparten el Pan y la Palabra. ¡Qué mucho nos falta volver a las raíces!

Para invitar a Héctor

En plena faena

Como parte de nuestro ministerio, estamos disponibles para participar en la formación de sus comunidades o grupos, y compartir nuestras experiencias marianas, así como otros temas de interés relacionados con nuestra fe, mediante retiros, acompañamiento, predicaciones, charlas, reflexiones, o seminarios.

Para invitarnos, y coordinar nuestra participación en las actividades de sus parroquias, grupos o ministerios, deben … [continuar leyendo]

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REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE SANTIAGO APÓSTOL 25-07-14

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Hoy celebramos la fiesta de Santiago apóstol (también denominado “Santiago el mayor”), hermano de Juan, el discípulo amado. Ambos eran hijos de Zebedeo, socio de Simón Pedro en el negocio de la pesca. Junto a Pedro y su hermano Andrés, los hijos de Zebedeo (también conocidos como “hijos del trueno”, o Boanerges), fueron de los primeros discípulos de Jesús (Jn 1,35-42; Lc 5,1-11). Pedro, Santiago, y su hermano Juan formarían el círculo íntimo de amigos de Jesús. Son muchas las instancias en que los evangelios nos muestran a estos tres en compañía de Jesús, sobre todo en momentos importantes como cuando revivió a la hija de Jairo – ocasión en la que Jesús solo permitió la entrada de estos – (Mc 5,37; Lc 8,51), la transfiguración (Mt 17,1; Mc 9,2; Lc 9,28), y la agonía en el huerto (Mt 26,37; Mc 14,33).

Santiago, al igual que todos los apóstoles excepto Juan, sufrió el martirio, siendo hecho “pasar a cuchillo” por el rey Herodes (Hc 12,2).

La primera lectura (2 Cor 4,7-15) nos muestra dos aspectos del apostolado, aplicables tanto a Santiago como al apóstol N. (sí, a ti y a mí, porque ambos hemos sido “enviados” – es lo que significa apóstol).

Primero, tenemos que predicar el Evangelio de manera firme, con convencimiento, pero con humildad, como “vasijas de barro”, de manera que cuando vean el “tesoro” que llevamos, “se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros”. No se trata pues, de grandes discursos teológicos, se trata de compartir nuestra experiencia de Dios en toda su grandeza.

Segundo, el apóstol tiene que estar dispuesto a sufrir toda clase de humillaciones, persecuciones, cansancio, y hasta la muerte, porque la fuerza de Dios se manifiesta en la debilidad de sus enviados. El verdadero apóstol ve en su sufrimiento una asociación a la muerte de Cristo y a su obra redentora (Cfr. Col 1,24). Y si el Padre resucitó a Jesús de la muerte, el apóstol tiene la certeza de que hará lo mismo por él: “también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros”.

El evangelio (Mt 20,20-28) nos narra el pasaje en que la madre de los hijos de Zebedeo le pide a Jesús puestos de honor y poder para sus hijos en el “reino”. Todavía los judíos tenían la noción de un reino terrenal; no habían captado el mensaje. La contestación de Jesús, profetizando el martirio de Santiago, no se hizo esperar: “‘No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?’ Contestaron: ‘Lo somos’. Él les dijo: ‘Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre’”.

Jesús aprovecha la oportunidad para reiterar que su Reino no se rige por las reglas de este mundo: “el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo”. Nos está diciendo que el verdadero poder, el verdadero honor, la verdadera gloria están en ser “vasijas de barro” para llevar el tesoro invaluable del anuncio del Reino.

REFLEXIÓN PARA EL LUNES DE LA DECIMOTERCERA SEMANA DEL T.O. 30-06-14

dejalo todo y sigueme

Dos frases de Jesús, contenidas en el evangelio de hoy (Mt 8,18-22), resumen su mensaje: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. “Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos”.

Cuando Jesús nos habla, a veces su mensaje es claro, pero a veces nos confunde, y hasta nos estremece, como sucede con la última frase, en la que Jesús le pide a su discípulo que incumpla una de las obras de misericordia corporales, enterrar a los muertos, con tal de seguirlo. Como siempre que abordamos la Biblia, no podemos hacerlo con una lectura literal del texto. Hay que ver el contexto en que se dice.

En esta lectura tenemos que tomar ambas frases en conjunto y en el contexto de la vida de quien las pronuncia. Jesús abandonó su casa, el confort y la seguridad de su hogar para ir a proclamar la Buena Noticia del Reino: “para eso he sido enviado” (Lc 4,43). Por eso nos dice que no tiene dónde recostar la cabeza. Le advierte a su discípulo potencial sobre las exigencias que implica su seguimiento.

Jesús no solo abandonó su casa, sino que junto a ella abandonó también a su familia, especialmente a su madre, que era la persona que más amaba. Cuando Jesús le dice a su discípulo que seguirlo a Él es más importante que cumplir con el piadoso deber de enterrar a los muertos, lo hace con todo propósito, para recalcar la radicalidad del seguimiento, y que no hay nada más importante que el anuncio del Reino. Lo único que Jesús garantiza a los que deciden seguirle (además de las persecuciones y sufrimiento) es la vida eterna, la “corona que no se marchita” (Cfr. 1 Co 9,25).

El discípulo sigue al maestro, “se sienta a sus pies” a escucharlo, pero más importante aún, “comparte su destino”. Jesús nos está diciendo que su seguimiento tiene que ser radical; que tenemos que estar dispuestos a renunciar, dejar atrás todo lo que pueda convertirse en un obstáculo para seguirlo.

Ahí reside nuestro problema. Estamos apegados a muchas cosas y personas, y ante ellas, el seguimiento de Jesús toma un distante segundo plano. Ese “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”, se convierte para nosotros en “Señor, espera que me jubile”; o “Señor, déjame terminar de criar a mis hijos”; o “Señor, déjame terminar mis estudios”; o “Señor, déjame juntar suficiente dinero para comprar una casa, o un auto nuevo”… ¡Siempre hay una excusa válida para posponerlo! Mientras tanto, Él sigue llamando a nuestra puerta (Cfr. Ap 3,20).

Jesús quiere que le sigamos, pero ese seguimiento no puede ser a medias; no podemos ser cristianos “tibios”, part time: “Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca (Ap 3,16). Palabras fuertes, pero Él quiere que no quede duda alguna sobre lo que espera de nosotros.

Ese mismo Jesús te está pidiendo HOY que le sigas. ¿Cuál es tu excusa?

REFLEXIÓN PARA EL LUNES DE LA CUARTA SEMANA DEL T.O. 03-02-14

Jesus exorcismo

El Evangelio de hoy (Mc 5,1-20) nos presenta a Jesús en territorio pagano. La lectura evangélica que contemplamos el sábado pasado nos mostraba a Jesús dirigiéndose a territorio pagano, a Gerasa, que quedaba al otro lado del lago de Galilea. El pasaje de hoy nos relata un suceso ocurrido cuando Jesús llegó junto a sus discípulos a su destino, después de calmar la tormenta que enfrentaron en la barca que los traía. Gerasa era una antigua ciudad de la Decápolis, una de las siete divisiones políticas (“administraciones”) de la provincia Romana de Palestina en tiempos de Jesús.

Al llegar allí le salió al encuentro “un hombre poseído de espíritu inmundo” que vivía en el cementerio entre los sepulcros. Jesús exorciza al endemoniado, y los espíritus inmundos que lo tenían poseído salieron del hombre y se metieron en una gran piara de cerdos (unos dos mil), que “se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago”. Al enterarse de la curación del endemoniado, todos quedaron maravillados (“espantados”). Pero tan pronto se enteraron de lo ocurrido con los cerdos, “le rogaban que se marchase de su país”.

Debemos recordar que aunque la carne de cerdo está prohibida para los judíos, los gerasanos la consumen. Por tanto, la muerte de dos mil cerdos representaba para ellos una pérdida económica considerable. De nuevo, la admiración que sintieron por Jesús ante la curación del endemoniado se tornó en desprecio ante las consecuencias materiales. Para esta gente, los cerdos, y el valor económico que ellos representaban, eran más importantes que la calidad de vida de un solo hombre. La liberación de un hombre valía menos que una piara de cerdos. Antepusieron los valores materiales a los valores del Reino. El mensaje de Jesús resultó demasiado incómodo. Nos recuerda la parábola del joven rico: “Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico” (Cfr. Mt 19,16-22). Hoy no es diferente. Cuando el seguimiento de Jesús interfiere con nuestras “seguridades” materiales, preferimos ignorar el llamado a renunciar a estas.

Se trata de la economía de la exclusión e inequidad que critica el papa Francisco en el número 53 de su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual (lectura recomendada para todo cristiano del siglo XXI): “No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad”.

Otro detalle cabe resaltar. Cuando echaron a Jesús del lugar, el hombre que había curado pidió acompañarle, y Jesús no se lo permitió. Jesús deja claro que Él es quien escoge a sus discípulos (los llama por su nombre). Además, contrario a su conducta usual (el “secreto mesiánico” que hemos discutido anteriormente), le pidió al hombre que fuera a anunciar a los suyos “lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia”. Jesús quiere sembrar la semilla del Reino entre los paganos. Él vino para redimirnos a todos, sin distinción. A ti, y a mí. Y nos invita a seguirle. ¿Aceptas? ¡Atrévete!

 

ORACION PARA INICIAR EL 2014 – Por Luis Penchi Ramírez

El amigo Luis Penchi Ramírez publicó esta hermosa “Oración para iniciar el 2014” en su muro de Facebook que encontré hermosa y comparto con ustedes:

Señor Bendice mi camino y cuídame en la ruta.
Bendice las piedras que molestarán mis plantas. Santifica las espinas que tocaran mi piel. Cuida mis ojos de la basura del mundo, protege mis oídos de las palabras de odio, los ruidos de la violencia y el estruendo de la maldad.
Mi Dios, salva mi boca de la palabra fácil, superficial y aduladora. Elimina de mis labios la frase desagradable, la expresión hostil y el desamor….
Saca de mi olfato los olores del pecado. Guarda mi corazón de los malos sentimientos, la falta de caridad, la envidia y el desánimo
Extrae de mi mente, la tentación del Enemigo, el miedo a servirte, la soberbia, el apego a la comodidad paralizante.
Contagia mi alma con tu amor sin límites. Enséñame a servir al débil, amar a mi adversario y compadecer sin juzgar al pecador. Lléname de pasión al luchar por el pobre y desvalido, dame arrojo y fortaleza para no temer al poderoso.
Regálame la sonrisa de los niños, la pureza de los más tiernos, la tranquilidad de los mansos.
Vísteme con el color de los amaneceres, ilumíname con tus alboradas, adórname con el esplendor de tus flores y arrópame con el verdor de tus montañas, Edifícame en la fortaleza de tus torres, fórmame en la docilidad del barro. Refréscame con tus océanos y tus nevados y caliéntame con el acogedor mar Caribe.
Quiero parpadear con tus estrellas, ser secuela de tus cometas, convertirme en palmera para inclinarme ante tu majestuoso paso, ser una hoja que el viento mueve a tu antojo y transformarme de oruga en mariposa para alimentar tu maravillosa naturaleza.
Jesús: Fulmíname con tu hermosa mirada, déjame perderme en tus pupilas. Préstame tu precioso pecho, déjame entrar a tus arterias, para ser solo un latido de tu sagrado corazón.

Amén

REFLEXIÓN PERSONAL EN TORNO A LA DESPEDIDA DE AÑO

fireworks

Nos encontramos una vez más a punto de pasar la página del almanaque de la historia de la humanidad. Un cambio de fecha, un cambio de año cronológico que marca el punto del tiempo lineal que nos ha tocado vivir en eso que llamamos eternidad. Y para poder encontrarle sentido a esa eternidad hemos decidido ordenar el tiempo en momentos medibles a los que podamos referirnos para construir eso que llamamos historia. Para ello, nos inventamos los segundos, los minutos, las horas, las semanas, los meses, los años, las décadas, los milenios…

Y en ese ejercicio tomamos como punto de referencia el acontecimiento más importante en toda la historia: El nacimiento del hijo de un artesano y una doncella de Nazaret. Así, el tiempo se mide en antes y después del nacimiento Jesús el Cristo. Algunos, influenciados por el secularismo que promulgan unos seudo-intelectuales, prefieren utilizar los términos “antes de la era común” y “era común”, como si con cambiarle el nombre pudieran borrar el punto de referencia: Jesús de Nazaret, el Verbo encarnado.

Cuando se acerca el cambio de año calendario, rememoramos las buenas y malas experiencias del año que termina, hacemos resoluciones para enmendar o mejorar aquellas cosas que entendemos debemos mejorar, proyectos que debemos comenzar o terminar, etc. Festejamos, celebramos, lloramos, pedimos, y pedimos… Y ese ejercicio de convierte en un ritual de fin de año que se repite año tras año, con el mismo festejo, las mismas resoluciones, las mismas peticiones. La única diferencia es el número del “año nuevo”.

Alguien ha dicho que “todo el año es Navidad”. Igual podríamos decir que “todo el año es Año Nuevo”. Porque Jesús viene a nosotros todos los días con la Buena Noticia del Reino. Así, todos los días se nos plantea la posibilidad de comenzar una nueva etapa de nuestra historia personal que nos encamine a la salvación, para poder un día gozar de ese estado en el que el tiempo será irrelevante. Cuando todo será un eterno presente en el que veremos Su rostro y llevaremos Su nombre en la frente. Noche ya no habrá; no tendremos necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios nos alumbrará, y reinaremos por los siglos de los siglos (Cfr. Ap 22,3-5).

A parte de la celebración folklórica de despedida de año, esta fecha nos brinda una magnífica oportunidad para reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas y darle gracias por todos los dones que nos ha prodigado, fruto de su Amor infinito, comenzando con la vida misma. Y si abrimos nuestros corazones a ese Amor infinito, no existe experiencia negativa alguna que pueda privarnos de la alegría que este nos provoca. Por eso tenemos que compartirlo con todo el que nos rodea, y podemos decir con san Juan que “hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en Él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4,16).

Y si permanecemos en el Amor, ¿qué mejor manera de corresponderle al Amado que comenzar el nuevo año acudiendo a su Casa a honrar a su Madre, participando de la solemnidad de Santa María, Madre de Dios?  Averigua los horarios de las misas del 1ro de enero en la parroquia más cercana y participa de la verdadera celebración. Entonces estarás comenzando un “feliz año nuevo”, no importa las circunstancias.

Aprovecho para desearles a todos un Año 2014 lleno de la PAZ que solo el saberse amado por Dios puede brindarnos. ¡Feliz Año Nuevo!

LOS SANTOS INOCENTES DE HOY…

bebe in utero
Haciendo una limpieza en el disco duro de mi computador, me topé con la reflexión que publiqué para esta fecha hace dos años en mi página de Facebook (https://www.facebook.com/HectorMarquez7). Las estadísticas han variado un poco pero siguen siendo similares. Lo que no ha variado es el mensaje. Por eso la comparto con ustedes hoy, para que oremos por los miles de santos inocentes que son asesinados a diario en las clínicas de aborto de todo el mundo…
 

“Reflexionando sobre la Fiesta de los Santos Inocentes que celebramos hoy, y un comentario de nuestro párroco en la homilía esta mañana, me di a la tarea de recopilar algunas estadísticas. Definitivamente hay un trastoque de valores en nuestra sociedad que se refleja en nuestras actitudes ante la siguiente realidad:

“1. Marchamos, piqueteamos, protestamos para que el gobierno y la policía de Puerto Rico “hagan algo” para detener la ola de asesinatos; y pedimos la renuncia del Superintendente de la Policía. Total de puertorriqueños muertos pos asesinato en lo que va de año: aproximadamente 1,100.

“2. Marchamos, piqueteamos, protestamos ante el Edificio Federal para que se detenga la matanza de nuestros jóvenes en el conflicto armado de Irak. Allí acuden Madres contra la Guerra, Amnistía Internacional, uno que otro político a la caza de votos realengos, y aquellos que protestan contra todo. Total de puertorriqueños muertos a la fecha en el conflicto de Irak: Aproximadamente 110.

“3. Organizamos una vigilia pacífica de oración frente a clínicas de aborto para detener la matanza de Niños Inocentes en las clínicas de aborto de nuestro Puerto Rico, y no pasan de tres o cuatro personas las que participamos, cifra que en ocasiones se limita a un o una valiente que permanece por horas en oración portando una solitaria pancarta. Total de niños asesinados en las clínicas de aborto de Puerto Rico (estadísticas oficiales del Departamento de Salud): 7,000 anuales.

“Y tenemos el cinismo de preguntarnos: “¿Qué nos pasa Puerto Rico?”

“Y me pregunto yo: ¿Es que acaso estamos ciegos? Somos capaces de protestar por las muertes en una guerra en la que matan un puñado de personas que se enlistaron voluntariamente en un ejército que está librando una guerra en un país al que no fue invitado, nos quejamos y protestamos por la alarmante cifra de asesinatos que ya rondan los 1,100 en lo que va de año (reflejo de una sociedad sin valores que antepone el bienestar personal ante el bien común, y que se ha encargado de eliminar a sistemáticamente a Dios de nuestras escuelas, nuestros trabajos, nuestras instituciones, nuestros hogares… y ha permitido el desmembramiento de la familia – incluyendo la definición del mismo concepto de “familia”), pero nos hacemos de la vista larga y justificamos y toleramos el asesinato de 7,000 Niños Inocentes que no pidieron ser concebidos, todo en aras del alegado “derecho” absoluto de las mujeres sobre su cuerpo.

“Pero lo que más me duele es ver que muchas de las personas que marchan, piquetean y protestan contra la guerra y contra la alarmante cifra de asesinatos, son las mismas que marchan, protestan y piquetean ante el capitolio para que se respete el “derecho” de las mujeres a practicarse abortos.

“Sea usted el juez…”