Mis reflexiones trasnochadas en Cuaresma – Rev. D. Carlos R. Morales

Diácono Carlos R. Morales

Hermanos(as): Comparto con ustedes esta reflexión del hermano Carlos R. Morales, muy acertada para este tiempo de Cuaresma. ¡Gracias, Espíritu Santo, por hablarnos a través de este hermano!

Adivino tu agonía. Quizás no tanto por tu Calvario y que de forma extraordinaria,  seguirás las sendas trazadas por el Padre,   como sacrificio por la Humanidad. Dijiste aquella noche de la traición: Que no se haga mi voluntad y sí la tuya. Haz curado toda clase de enfermedades. Haz calmado la tempestad. Multiplicando panes y peces nos ha dado de comer. Horas antes nos das tu cuerpo y tu sangre, pero antes les haz lavado los pies a tus discípulos en señal sublime de servicio a los demás como mandato de amor a los que te sigan.

Tu llanto a lágrimas, tus súplicas y suspiros, tu oración sentida;  no es ni siquiera por haberte dejado solo en esos momentos, mientras tus discípulos dormían. Son goterones de sangre los que caen en el suelo a tu alrededor. Los científicos dicen que es posible este hecho, al medir el grado de tensión que puede sufrir un ser humano. Haz curado enfermos, resucitaste a Lázaro tu amigo del alma. En su casa junto a Marta y María solías descansar. Ahora tan sólo queda una piedra donde recostarte. Me imagino viendo la película de tu vida de entrega al servicio de nosotros los seres humanos.

Seguramente tu dolor es del Padre cuando la sangre de Abel le clamaba por justicia frente al fratricidio de Caín. Te acordarías de David, tu amigo, el que sacaste de cuidar ovejas para ser Rey de Israel,  unificando tu pueblo con maestría y tu ciencia.  Te acordarías de la sangre de Urías y de cómo en quien confiabas cometió su pecado en Betsabé, hija de Ammiel a quién hizo suya estando casada.  ¡Cuánto dolor de ver la abominación en un pueblo bendecido por ti desde sus inicios en Abraham. Ahora buscan tu muerte.

Tu dolor es ver el resultado en cada persona que redimirías su contumacia a hacer su voluntad y no la tuya,  que es todo amor y atenciones hacia el mismo. Es la traición en Judas que con un beso fraterno te vende a los soldados que te atan de manos. Es nuestra traición. ¡Qué más podías hacer por nosotros! ¡Cómo pagamos tu fidelidad!

Una vez dijiste que no se daban perlas a los cerdos. Con todo,  nos entregaste tu propia vida para que nos arregláramos conforme a la tuya con tu Gracia. Habías expresado la voluntad del Padre que nos creó en tu Sermón del Monte. Ocupa tres capítulos en tu Evangelio según San Mateo. Los hemos llamado Las Bienaventuranzas. Los pobres, los limpios de corazón. «Bienaventurados los pobres de espíritu, los humildes, porque de ellos serán los tesoros del reino del cielo.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de rectitud, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios

Bienaventurados los que están de luto, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán el espíritu del regocijo.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia.

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los que son perseguidos por causa de su rectitud, porque de ellos es el reino del cielo.

Bienaventurados seréis cuando os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros falsamente. Alegraos y gozaos porque grande será vuestra galardón en los cielos.

Tu agonía es por eso. Nos haz enseñado el camino.  El Mundo ha tomado otro camino. Bienaventurados los que acaparan riqueza porque serán millonarios. Bienaventurados los que hacen trampa porque el mundo es del listo. Bienaventurados los que sacian sus gustos y apetencias porque el llanto no les visitará. Bienaventurados los que hacen la guerra porque infundirán respeto con dominio y poder. Bienaventurados los que piensan mal del otro ser humanos porque no serán engañados. Bienaventurados los que viven en la abundancia porque no conocerán el hambre.

Las distancias entre los ricos y los pobres de agigantan y mueren millones de niños de enfermedades prevenibles con las migajas de lo que pudiera costar una vacuna o un simple alimento. Hemos producido guerras mundiales al costos de millones de vidas. Hemos producido bombas nucleares capaces de destruir en minutos la humanidad entera. Hemos botado a la basura millones de embriones humanos por no tener dónde ponerlos y mantenerles con vida suspendida resulta caro. Hemos trastocado tu mandado en torno a la visión que debemos tener de nuestro cuerpo y de nuestras relaciones sexuales siguiendo la escuela de Sodoma y Gomorra.

Te duele que tu sacrificio no pueda ser comprendido al punto de salvar a la Humanidad, que es tu misión. La mayor parte del mundo vive en una miseria paupérrima y clama a ti; esperando que imitemos tu generosidad que hace llover sobre buenos y sobre malos. Hemos sembrado tormentas y cosechamos tempestades. Duele que tan sólo un resto de Israel, apenas una semilla del tamaño de una de mostaza; pueda seguir tus huellas.

Con todo, apuestas al ser humano y les dices a los soldados: Yo Soy, dejad libre a estos. El Amor no es amado. Te hemos dado a beber sudor y lágrimas.

¿Por qué? Porque sabes que el dolor redime, une y conduele. De tus primeros discípulos se dice: Mira cómo se aman. Nadie pasa necesidad. Todo lo ponen en común. Comparten el Pan y la Palabra. ¡Qué mucho nos falta volver a las raíces!

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