FR. DOMINGO COSENZA OP NOS PRESENTA AL PAPA FRANCISCO: “COMO UNO MÁS”

Para Francisco
El 19 de junio de 2006, en el estadio Luna Park de Buenos Aires, en el «Tercer encuentro fraterno de la comunión renovada de evangélicos y católicos en el Espíritu», Jorge Mario Bergoglio participaba como uno más de la actividad, compartiendo tiempos de oración con un joven evangélico en medio de una multitud de unas 7 mil personas.
En un determinado momento los organizadores invitaron al arzobispo a subir al escenario, y éste dirigió al público palabras sencillas, llenas de cordialidad y fervor. De repente se arrodilló y el pastor Carlos Mraida, de la Iglesia del Centro, oró «por el cardenal, quien se ha presentado como un hermano más, pero que tiene una responsabilidad extraordinaria».
Mraida, pastor de la iglesia bautista más antigua de la Argentina, definió a Bergoglio como «una de las voces proféticas de la Nación», y pidió a Dios en referencia al cardenal: «Inúndalo de sabiduría de lo alto». Y otros pastores acompañaron a Mraida en la imposición de manos.
Recordaba este gesto cuando, hace algunos días consideraba la posibilidad (para la mayoría de nosotros remota), de que el cardenal Jorge Bergoglio fuera elegido Papa. Y se me ocurría preguntarme: ¿Se animaría a repetir tal gesto en su primera aparición pública? Pensaba que sería un signo altamente expresivo de lo que implica el ministerio que él iniciaba, y de una nueva época para la Iglesia. Reconozco que descartaba la posibilidad, porque sería demasiada novedad para un protocolo tan cuidado. ¡Pero sucedió! Y el gesto dejó marca profunda en gran parte de los titulares de noticias nacionales e internacionales.
Fue una tarde de sorpresas y emociones, llena de mensajes esperanzadores. La mayoría ha advertido su sencillez y humildad. Pero no es menos importante el modo de dirigirse a la numerosa audiencia reunida en la Plaza de San Pedro. Aún siendo consciente de que su palabra sería escuchada por todo el orbe, le habló a la comunidad de la Urbe. Ante ella se situó como compañero de viaje. Se presentó como su obispo diocesano. El obispo de la iglesia que preside a otras en la caridad; pero que es, ante todo, el obispo local que tiene a su lado un vicario para ayudarlo a evangelizar a los fieles a quienes promete seguir viendo en estos días.
Horas después completé la jornada en una reunión con mis amigos del Consejo Interreligioso de Mendoza. Fue muy gratificante recibir felicitaciones de los amigos cristianos de otras confesiones y creyentes de otros credos. Fueron muestras concretas de aquella fraternidad que poco antes Francisco había invocado desde la Plaza de San Pedro, aquella misma que está también significada en el nombre elegido. Con un fuerte abrazo un amigo musulmán me dijo: “En nuestras festividades viene a saludarnos siempre en persona. No manda una carta ni envía a un secretario”.
Se pueden seguir enumerando gestos que se sucedieron durante las primeras horas y que han quedado retratados en simpáticas imágenes, como viajar con los otros cardenales en el ómnibus o pagar la cuenta de la casa del Clero.
En un mensaje a todos los obispos de Argentina, comunicado a través del Nuncio, agradecía hoy a todo el Pueblo de Dios las oraciones y muestras de cariño, y expresaba su deseo de que, en lugar de viajar a Roma para su inicio de pontificado, continuaran su cercanía espiritual acompañándola con algún gesto de caridad hacia los más necesitados.
Doy gracias a Dios porque la sencillez evangélica que hemos contemplado los frailes que alguna vez vivimos en Buenos Aires, nuestros jóvenes que con él visitaban a los pobres de nuestro barrio, los que recibimos la exhortación a ser misericordiosos al iniciar nuestro ministerio sacerdotal, ahora también podrán conocerla los creyentes de todo el mundo, y todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Es probable que tal vez no escriba mucho, y que su discurso no siempre tenga mucho brillo. Pero estoy seguro que el suyo seguirá siendo un magisterio de gestos, a ejemplo del santo de Asís. De él se decía que exhortaba a los hermanos, diciendo: “Habla siempre del amor de Dios, y si es necesario usa también palabras”.
fr. Domingo Cosenza OP
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