San Joaquín y Santa Ana 26-07-13

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Hoy celebramos la memoria obligatoria de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María. Muchos me han preguntado que en qué parte de la Biblia aparecen los nombres de Joaquín y Ana. La contestación es que los nombres de los padres de la Santísima Virgen María no surgen de las Sagradas Escrituras; surgen de la santa Tradición de la Iglesia, que junto con las Sagradas Escrituras y el Magisterio de la Iglesia, forman las tres columnas sobre las cuales descansa la doctrina de la Iglesia Católica.

La tradición sobre los padres de Santa María se recoge, en parte, en los llamados “evangelios apócrifos”, especialmente el Protoevangelio de Santiago, el Evangelio del Pseudo-Mateo y el “Libro sobre la natividad de María”, el último atribuido a san Jerónimo. En todos se narra la intervención divina en la concepción de María en el vientre de su madre Ana que era estéril, su consagración y vida en el Templo durante su niñez, su desposorio con José y cómo este fue escogido por Dios para ser su esposo, así como otros eventos que conocemos, con cierto grado de licencia poética de los autores.

Esta tradición sobre San Joaquín y Santa Ana también forma parte de la doctrina del Islam, y se recoge, no solo en su tradición, sino en el libro sagrado del Corán. El Corán dedica uno de sus primeros libros (Sura 3) a la familia de Joaquín, a quien llaman “Imrán”, en árabe. Otro libro del Corán (Sura 19) se dedica en su totalidad a la Virgen María y lleva su nombre. Aunque el Corán no menciona por nombre a Ana, la mujer de Imrán, la tradición islámica la llama por ese nombre.

Como quiera, en ambas tradiciones se venera a Joaquín y Ana como personas que supieron alabar y adorar a Dios en medio de la tribulación, en medio de la desesperanza causada por la esterilidad, y toda la connotación negativa que eso tenía para los judíos; y el Señor los premió con una hija. ¡Y qué hija!

Hoy, cuando celebramos la memoria de los santos Joaquín y Ana, pidámosle al Señor que acreciente en nosotros las virtudes de la fe y la esperanza, de modo que podamos aceptar y cumplir la voluntad del Padre como lo hicieron estos santos y su Hija María.

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