REFLEXIÓN PARA EL JUEVES DE LA DECIMOCUARTA SEMANA DEL T.O. 10-07-14

seguimiento de Jesus

Hay un tema que a mí siempre me ha fascinado: El “rostro femenino” de Dios. Y la primera lectura de hoy (Os 11,1-4.8c-9) es un ejemplo vivo de ello. Cuando la leemos con detenimiento, podemos ver la ternura de una madre que “enseña a andar” a su hijo, que lo “alza en brazos”, lo cura, lo atrae “con cuerdas de amor” y, finalmente, con el gesto más maternal del mundo, “se inclina” para “darle de comer”, evocando la madre que se inclina para darle el pecho a su hijo. Todos símbolos del amor que solo una madre es capaz de sentir por el hijo de sus entrañas.

Ese es el amor que Dios siente por su pueblo, por cada uno de nosotros, los que conformamos el “pueblo de Dios”, que es su Iglesia. Por eso, a pesar de que el pueblo ha ignorado su llamado, termina diciendo: “Se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín; que soy Dios, y no hombre; santo en medio de ti, y no enemigo a la puerta”.

En la segunda lectura (Mt 10,7-45) retomamos el “discurso misionero”, y Jesús continúa dando las “instrucciones” a sus apóstoles; instrucciones que servirán de ejemplo a las órdenes religiosas, sobre todo las llamadas “órdenes mendicantes”, y los misioneros; la verdadera “pobreza evangélica”, que no es otra cosa que lanzarse a la aventura de Cristo confiando plenamente en la providencia divina. “No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento”. En el paralelo de Marcos vemos que le permite llevar un bastón y sandalias (lógico para el clima y la topografía), pero la intención es la misma, llevar lo mínimo. El Señor que los envía proveerá.

Jesús es bien enfático en otro asunto. Les envía a proclamar su mensaje y continuar su obra, pero les advierte que si alguien no los recibe o no los escucha, salgan de esa casa o ese pueblo y se “sacudan el polvo de los pies”. Ese gesto de “sacudirse el polvo de los pies” tiene un significado en la cultura judía de la época de Jesús (recordemos que Jesús los envió inicialmente a evangelizar a los judíos). Al regresar de un país pagano y entrar en Palestina, los judíos tenían por costumbre sacudirse las sandalias y la ropa antes de entrar, para no contaminar su tierra con el polvo de los países extranjeros. Los apóstoles, si no eran recibidos ni escuchados, debían hacer lo mismo para indicar que no querían contaminarse ni siquiera con el polvo de estos judíos que en el fondo eran paganos.

Está claro que Jesús no quiere “obligar” a nadie a aceptar su mensaje. Él respeta nuestro libre albedrío. Nos lleva hasta el agua, pero no nos obliga a beber. Hemos vivido en carne propia la incomodidad de aquellos que con su insistencia desmedida que a veces raya en el hostigamiento, pretenden imponernos sus ideas religiosas hasta el punto de quitarnos la paz.

El mensaje de Jesús es uno, y es claro. Lo tomas, o lo dejas. Como dice el padre Ignacio Larrañaga: “Jesús es un perfecto caballero”. Y tú, ¿estás dispuesto a aceptar su mensaje con todo lo que implica?

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3 thoughts on “REFLEXIÓN PARA EL JUEVES DE LA DECIMOCUARTA SEMANA DEL T.O. 10-07-14

  1. Muy interesante Héctor… Me encantó lo del “rostro femenino de Dios”. En las misas matutinas que celebro en mi parroquia he estado predicando sobre las primeras lecturas, por lo que he estado predicando sobre estas bellas lecturas del profeta Oseas. Dios, a pesar de nuestras idolatrías, nos sigue amando con amor entrañable.

    • Así es, padre; Dios nos ama con pasión, con entrañas de madre, a pesar de nuestros desvaríos. Mañana, en el cántico que sirve de conclusión a la profecía de Oseas, veremos cómo le dice al pueblo hasta lo que tienen que decir para ganar su favor, asegurándoles que curará sus extravíos, que los amará sin que lo merezcan, como solo una madre puede hacerlo. Lo mismo nos dice a nosotros… ¿Cómo no corresponder a ese amor?

  2. Jesús es un caballero que toca la puerta de tu corazón, esa puerta que esta cerrada y solo abre de adentro hacia fuera y somos nosotros los que tenemos que abrirla para que él entre, tenemos que escuchar esa palabra que cala en lo mas profundo de nuestro corazón no podemos rechazarla e ignorarla porque él toca una vez y pobre de nosotros sino lo escuchamos porque él se limpiara sus sandalias y seguirá su camino, tenemos que escuchar su palabra seguir su mensaje aunque eso signifique ser señalados, criticados por los demás pero como dice San Pablo Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

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