REFLEXIÓN PARA EL MIÉRCOLES 06-11-13

amaras al Senor

“A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el ‘no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás’ y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera”.

Esta breve lectura, tomada de la carta del Apóstol san Pablo a los Romanos (13,8-10), es la que la liturgia nos ofrece como primera lectura para este miércoles de la trigesimo primera semana de tiempo ordinario. La lectura evangélica (Lc 14,25-33) trata sobre la radicalidad del seguimiento, y es la misma que leyéramos el pasado vigesimotercer domingo de este ciclo C del tiempo ordinario, por lo que les remitimos a nuestra reflexión para esa fecha.

La carta a los Romanos es la más extensa de las cartas de Pablo y contiene la exposición más amplia del mensaje cristiano. En el capítulo 13 de esta carta Pablo nos recuerda a los cristianos que tenemos que cumplir con todos nuestros deberes ciudadanos, tal como someternos a las autoridades civiles y pagar los impuestos. En el versículo inmediatamente anterior a la lectura de hoy, Pablo enfatiza que como cristianos hemos de dar “a cada uno lo que le corresponde: al que se debe impuesto, impuesto; al que se debe contribución, contribución; al que se debe respeto, respeto; y honor, a quien le es debido”.

Pero como para que no caigamos en la complacencia creyendo que con ser buenos ciudadanos y no deber nada a nadie ya hemos cumplido, nos recuerda que hay una deuda que siempre estará pendiente: el amor. Por eso nos dice: “A nadie le debáis nada, más que amor”. En otras palabras, esa es tal vez la única deuda que nunca podremos saldar; porque si estamos llamados a amar como Dios nos ama, siempre estaremos llamados a amar más y más, a prodigar más amor. Y lo mejor que tiene el amor verdadero es que nunca se agota; mientras más repartimos, seguimos creciendo en el amor y más tenemos para dar.

Y esa “deuda de amor” es la que hace al cristiano cumplir con toda la ley, pues el que ama no puede hacer daño al prójimo. Es por eso que Pablo nos dice que: “Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera”. La gran crítica de Jesús a los escribas y fariseos era que insistían en el cumplimento externo de la ley por la ley misma, por temor al castigo, sin atención a la caridad ni a la misericordia. Por el contrario, el verdadero seguidor de Cristo cumple con la ley y los mandamientos al amar a Dios y al prójimo. “De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas” (Mt 22.40).

El amor es el “pegamento” que le da forma, sentido, a la doctrina de Jesús. Si le removemos ese elemento esta se convierte en una campana que retiñe (Cfr. 1Cor 13,1), en un mensaje disonante y carente de sentido.

Señor, abre mi corazón para recibir el fuego de tu amor, para que pueda compartirlo y repartirlo a todo el que se cruce en mi camino.

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