REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA 05-04-16

Nicodemo

Nicodemo es un personaje que aparece solamente en el relato evangélico de Juan; personaje importante porque sirve de contrapunto en un diálogo profundo con Jesús que ocupa una buena parte del capítulo 3 de su relato. Durante ese primer encuentro con Jesús es que se desarrolla el diálogo que se recoge parcialmente entre la lectura evangélica que se suponía leyéramos ayer (que se sustituyó por las de la solemnidad de la Anunciación que se tuvo que mover de fecha por coincidir este año el 25 de marzo con el Viernes Santo) y la que nos ofrece la liturgia para hoy (Jn 3,5a.7b-15).

En ese pasaje anterior (Jn 3,1-8) leíamos cómo, cuando Jesús le dijo que “el que no renace de nuevo no puede ver el Reino de Dios”, Nicodemo le preguntó: “¿Cómo puede nacer hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?”.

Y es esa pregunta de Nicodemo la que provoca las palabras de Jesús con que comienza el Evangelio de hoy: “Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu”. Ya la liturgia comienza a adelantar la importancia del Espíritu, que va a ser el protagonista del evento Pentecostés con el que culminaremos la Pascua.

Nicodemo es incapaz de comprender lo que le dice Jesús. Su mentalidad de fariseo no le permitía ver más allá de la Ley y su cumplimiento. Jesús le está hablando de la verdadera Libertad que solo el Espíritu (que es el Amor entre el Padre y el Hijo) puede darnos. Ese concepto de libertad en el Espíritu que Jesús le planteaba resultaba incomprensible para él.

La idea de “nacer de nuevo” resulta irrisoria, imposible, para todo aquél que no ha conocido el Amor de Dios, ese Amor que nos hace comprender que para Dios todo es posible y que solo podemos alcanzar la Libertad plena abrazando la Cruz de su Hijo.

Entonces Jesús le dice: “Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo?” El cielo del que le habla Jesús a Nicodemo (y a nosotros) no hay que buscarlo en las alturas; es la experiencia de hacerse uno con el Padre como Él lo es. Es esa toma de conciencia grande y profunda de que Dios está con uno y uno está con Dios, en un pacto producto de la Libertad que solo puede provenir del Amor.

“Si permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8,31-32); libres, no para “hacer lo que nos dé la gana”, sino libres para amar. Porque como hemos dicho en ocasiones anteriores, la “verdad” a la que se refiere Jesús es el Amor incondicional de Dios. Ese es el concepto de Libertad que nos plantea Jesús; libertad que le hizo optar libremente por la Cruz, y que Él trata de comunicar a Nicodemo pero que este no puede entender: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”.

Y tú, ¿le crees?

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2 thoughts on “REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA 05-04-16

  1. Yo solo creo que es usted maravilloso! Dlbm y gracias por sus colaboraciones para que todos podamos acercarnos mas a Dios

    • ¡Mi Dios es maravilloso! Con Él todo; sin Él nada… “Todo lo puedo en Aquél que me conforta”. 🙂

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