Hoy es mi cumpleaños, y la Provincia Eclesiástica de Puerto Rico celebra las Témporas de Acción de Gracias y Petición por la Actividad Humana. Por eso las lecturas que nos propone la liturgia (Dt 8,7-18 y Mt 7,7-11) tienen que ver con la providencia divina y el agradecimiento que debemos a Dios por su generosidad.
En el Evangelio, Jesús nos asegura que el Señor nos dará todas las cosas buenas que le pidamos: “Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre de ustedes que está en el cielo dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!” El problema estriba en que muchas veces no sabemos pedir; pedimos cosas que no nos convienen o que están en contra de la voluntad del padre. “Piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones” (St 4,3).
Lo cierto es que si analizamos nuestras vidas, y los dones que recibimos de Dios diariamente, todos frutos de su generosidad, comenzando con la vida misma, no podemos más que mostrar agradecimiento. Lo que ocurre es que se nos olvida o, peor aún, somos tan soberbios de creer que todo lo que tenemos se debe únicamente a nuestro propio esfuerzo. Solo el que lo ha perdido todo puede apreciar lo que es en realidad la Providencia Divina.
Por eso la primera lectura advierte: “Pero ten cuidado: no olvides al Señor, tu Dios, ni dejes de observar sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, que yo te prescribo hoy. Y cuando comas hasta saciarte, cuando construyas casas confortables y vivas en ellas, cuando se multipliquen tus vacas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten todas tus riquezas, no te vuelvas arrogante, ni olvides al Señor, tu Dios. No pienses entonces: ‘Mi propia fuerza y el poder de mi brazo me han alcanzado esta prosperidad’. Acuérdate del Señor, tu Dios, porque él te da la fuerza necesaria para que alcances esa prosperidad, a fin de confirmar la alianza que juró a tus padres, como de hecho hoy sucede.”
Hoy celebramos en Puerto Rico el día de Acción de Gracias, y aunque nuestra primera y última oraciones de cada día deben comenzar con una acción de gracias, es justo que dediquemos al menos un día del año especialmente para dar gracias a Dios por toda las gracias y dones recibidos: las cosas buenas y las alegrías; y las cosas no tan buenas y los sufrimientos que nos hacen acercarnos y asemejarnos más a Él y nos ayudan a crecer espiritualmente y purificarnos. Por eso, cuando nos sentemos a la mesa a compartir el alimento que hemos recibido de su generosidad, digamos: “Señor Dios, Padre lleno de amor, al darte gracias por estos alimentos y por todas tus maravillas, te pedimos que tu luz nos haga descubrir siempre que has sido tú, y no nuestro poder, quien nos ha dado fuerza para obtener lo que tenemos” (adaptada de la Oración Colecta para hoy).