REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA SEGUNDA SEMANA DEL T.O. 21-01-14

samuel-unge-david La primera lectura de hoy, tomada del primer libro de Samuel (16,1-13), nos narra la unción de David por parte de Samuel. En los pasados días la liturgia nos ha narrado cómo, a petición del pueblo, Samuel había ungido a Saúl como su primer rey. Pero Yahvé lo rechazó, e instruyó a Samuel a ir a Belén y visitar a Jesé “porque entre sus hijos me he elegido un rey”, que sería aquél que Él le señalara. Las palabras de Yahvé a Samuel nos prefiguran la enseñanza del Mesías que nacería de ese linaje: “Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón”.

Habiendo tenido ante sí todos los hijos de Jesé, excepto el más pequeño, sin que Yahvé hubiese escogido, hizo traer ante sí este último. Tan pronto entró David, el Señor dijo a Samuel: “Anda, úngelo, porque es éste”. Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Este episodio tan sencillo marca el comienzo de la dinastía davídica, de la cual nacería Jesús el Cristo (Cfr. Is 11,1; Mt 1,1-17; Lc 1,32).

La lectura evangélica (Mc 2,23-28) nos muestra a Jesús, un sábado, atravesando un campo con sus discípulos, quienes arrancaban espigas mientras caminaban, para comerse los granos. Éste último detalle no surge explícitamente de la lectura, pero el evangelio paralelo de Mateo (12,1-8), dice que los discípulos “desgranaban” las espigas para comerse los granos porque “tenían hambre”.

Los fariseos que observaban la escena les critican severamente: “Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?” Al decir eso se referían a la prohibición contenida en Ex 20,8-11 que ellos interpretaban de manera estricta, considerando una transgresión lo que los discípulos hacían. Los fariseos pretenden utilizar las escrituras para condenar a Jesús, pero Jesús les riposta citando el pasaje en el que el mismo rey David hizo algo prohibido al tomar los panes consagrados del templo para saciar el hambre de sus hombres (1 Sam 21,2-7).

La observancia estricta del sábado, la circuncisión, la pureza ritual, fueron fomentadas durante el destierro en Babilonia, para, entre otras cosas, distinguir al pueblo judío de todos los demás. Esto dio margen al nacimiento del llamado “judaísmo”. Estas prácticas llegaron al extremo de controlar todos los aspectos de la vida de los judíos. La observancia de la Ley, por la ley misma, por encima de los hombres. Es por eso que Jesús dice: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”. El amor, la misericordia, están por encima de la Ley. Jesús es Dios, es el Amor. Por tanto, termina diciendo Jesús que “el Hijo del hombre es señor también del sábado”.

Dar cumplimiento a la ley no es suficiente (la palabra cumplimiento está compuesta por dos: “cumplo” y “miento”). Estamos llamados a ir más allá. Si aceptamos que Jesús es el dueño del sábado, y que Él nos invita a seguirle (como lo hicieron los discípulos en la lectura), no podemos permitir que la observancia de una conducta exterior impida ese seguimiento, porque “Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón”.

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6 thoughts on “REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA SEGUNDA SEMANA DEL T.O. 21-01-14

  1. Hermano Hector,me da mucho gusto aber encontrado su pagina por medio,de nuestro hermano Fernando Casanova,quqe DIOS lo siga bendiciendocada dia mas y mas ,,,,,bendiciones hoy,manana y siempre,,,amen!!!

    • Gracias por sus palabras, hermana. Le ruego nos mantenga en sus oraciones para poder continuar nuestra misión.

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