Abriendo el corazón a la Misericordia de Dios

Comparto con ustedes esta hermosa reflexión de nuestro hermano Romualdo Olazábal.

http://www.tengoseddeti.org/apuntes-del-camino/abriendo-el-corazon-a-la-misericordia-de-dios/

Abriendo el corazón a la Misericordia de Dios

El evangelio según san Lucas se conoce como el “evangelio de la misericordia” porque narra algunas parábolas de Jesús en las que se manifiesta, de manera muy especial, la misericordia de Dios para con nosotros.  Una de esas es la parábolas del hijo pródigo (Lucas 15,11-32).

La parábola del hijo pródigo nos habla de un padre que tenía dos hijos.  Uno de ellos, el más pequeño, le pide la parte de la herencia que le corresponde.  El padre se lo concede y el hijo se marcha a un país lejano, donde malgasta todo lo que el padre le había dado.  El hijo, cuando se encuentra sin nada y sumido en la miseria, empieza a recordar la manera cómo su padre trata a sus sirvientes… y anhela al menos tener eso.  En ese instante, el joven toma la decisión de levantarse, ir donde su padre y pedirle perdón.  Y emprende la marcha.

Yo imagino al joven en su viaje de regreso.  Triste y cabizbajo.  Arrepentido y avergonzado.  Decidido a admitir su error ante su padre… y pedirle perdón.  Consciente de que no merece nada, pero confiado en su corazón misericordioso.  Y entre la pena y el dolor, en el corazón también lleva la alegría de volver.  Ahora más humilde… más honesto… más sereno… más limpio…

Dice la Palabra que el padre vio a su hijo cuando todavía estaba lejos y, conmovido, corrió a su encuentro.  ¿No te parece maravilloso esto?  ¡A mí me parece fascinante… antes de que el hijo hablara, ya su padre le había perdonado!

El tiempo de Cuaresma es como el camino que este joven recorrió de regreso a la casa de su padre.  Es tiempo de mirar nuestra vida y reconocer las veces que hemos ofendido a Dios.  Las veces que hemos obrado contra nuestros hermanos, y que nos hemos dañado a nosotros mismos.  Este es tiempo de encontrarnos cara a cara con Jesús en el sacramento de la Reconciliación.  Es tiempo de arrepentimiento… de penitencia… de renuncia… de perdón… de sanación…

Pero también es tiempo de esperanza… de agradecimiento… de contento… de satisfacción… El Padre nos quiere liberar de la esclavitud del pecado y Jesús nos lavó con su sangre para que fuéramos felices y tuviéramos paz.

Hoy es momento de mirar al Cielo, abandonar el pecado y decidirse por la santidad.  El camino está frente a nosotros… pero tenemos que decidirnos a dar ese primer paso, libremente y por amor.  No te digo que es fácil porque no lo es, pero vale la pena cada esfuerzo.  Te invito… como el hijo pródigo: levantémonos, emprendamos la marcha y abramos nuestro corazón a la Misericordia de Dios.

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