REFLEXIÓN PARA EL JUEVES DE LA TERCERA SEMANA DEL T.O. (1) 26-01-17

En la lectura evangélica de hoy (Mc 4,21-25), Marcos nos presenta dos parábolas cortas, ambas relacionadas con el anuncio del Reino.

La primera de ellas, la del candil que no se trae para ponerlo debajo del celemín (las notas de la Biblia de Jerusalén dice que “en la antigüedad, el celemín era un pequeño mueble de tres o cuatro patas) o debajo de la cama, sino para ponerlo en el candelero para que alumbre”. Termina Jesús esa breve parábola con la frase que le escucharemos decir en más de una ocasión: “El que tenga oídos para oír, que oiga”.

Jesús utiliza imágenes, situaciones, gestos, que les son familiares a la gente, para transmitir la realidad invisible del Reino. Probablemente ha visto a su propia madre en muchas ocasiones traer un candil, al caer la noche, para iluminar la habitación en que se encontraban. Él echa mano de esa imagen sencilla, doméstica, familiar, para enseñarnos la actitud que debemos tener respecto a la Palabra de Dios que recibimos. Esa Palabra de Vida eterna no es para esconderla, sino para ponerla en un lugar visible para que todos se beneficien de su Luz.

Jesús nos ha dicho que tenemos que ir por todo el mundo a proclamar la Buena Noticia del Reino (Mc 16,15), a ser la “luz del mundo”. La versión de Mateo de este pasaje, que el evangelista coloca inmediatamente después del sermón de las Bienaventuranzas, es más explícita, y nos muestra a Jesús diciendo (Mt 15,14): “Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo”.

En la parte del ritual del Bautismo que llamamos effetá (palabra aramea que significa “ábrete”), el ministro traza la señal de la cruz tocando los oídos y los labios del bautizando, para que sus oídos se abran para escuchar la Palabra de Dios y sus labios para proclamarla, es decir, cumplir la misión profética para la cual somos ungidos en el Sacramento.

Lo hemos dicho muchas veces, cuando recibimos la Palabra de Dios en nuestros corazones, no podemos quedárnosla para nosotros, tenemos que compartir la Buena Nueva del Reino con todos, como los enfermos a quienes Jesús curaba y les pedía que guardaran silencio, que no podían contenerse y salían corriendo a contárselo a todos.

Y como a los discípulos, a quienes explicaba las cosas del Reino en privado, tenemos que pedir al Espíritu que nos permita recibir esas verdades “ocultas” que Jesús quiere transmitirnos, para “ponerlas en alto” y que se “descubran” ante los demás. De ahí el mandato de Jesús: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación”.

Yo me atreví. Y tú, ¿te atreves? Anda, ¡Atrévete!

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2 thoughts on “REFLEXIÓN PARA EL JUEVES DE LA TERCERA SEMANA DEL T.O. (1) 26-01-17

  1. Buen día hermanos, disfruto mucho los comentarios pero me gustaría poder compartirlo con un grupo de catequistas por WhatsApp y no podemos. Muchas gracias, bendiciones

    • Querida hermana:

      Gracias por su interés en compartir nuestras reflexiones con su grupo de catequistas. Supongo que si está usando WhatsApp se refiere a su teléfono móvil. Si su sistema operativo es IOS (Apple), tan solo tiene que pulsar el icono de comparti que hay al calce de la página (un rectángulo con una flecha apuntando hacia arriba) y seguir y escoger WhatsApp para enviar el enlace. Si su sistema es Android, aunque no estoy familiarizado con el mismo, debe tener una función similar.

      Si no es así, siempre puede copiar el enlace y enviarlo a su propio correo, y de allí copiarlo a WhatsApp. De todos modos, voy a tratar de añadir un icono al grupo que hay al calce de cada artículo, donde dice “Compartir” para enviarlo directamente por correo y luego copiarlo a WhatsApp. Por cierto, con este grupo de iconos que aparece al calce de cada reflexión, se puede compartir a Google+ y Twitter, entre otros. Le agradeceré me deje saber si tiene éxito o no en su gestión para poder compartir la experiencia con otros.

      Quedamos confiados en sus oraciones.

      En Cristo y María,
      Héctor, O.P.

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