ORACION PARA INICIAR EL 2014 – Por Luis Penchi Ramírez

El amigo Luis Penchi Ramírez publicó esta hermosa “Oración para iniciar el 2014” en su muro de Facebook que encontré hermosa y comparto con ustedes:

Señor Bendice mi camino y cuídame en la ruta.
Bendice las piedras que molestarán mis plantas. Santifica las espinas que tocaran mi piel. Cuida mis ojos de la basura del mundo, protege mis oídos de las palabras de odio, los ruidos de la violencia y el estruendo de la maldad.
Mi Dios, salva mi boca de la palabra fácil, superficial y aduladora. Elimina de mis labios la frase desagradable, la expresión hostil y el desamor….
Saca de mi olfato los olores del pecado. Guarda mi corazón de los malos sentimientos, la falta de caridad, la envidia y el desánimo
Extrae de mi mente, la tentación del Enemigo, el miedo a servirte, la soberbia, el apego a la comodidad paralizante.
Contagia mi alma con tu amor sin límites. Enséñame a servir al débil, amar a mi adversario y compadecer sin juzgar al pecador. Lléname de pasión al luchar por el pobre y desvalido, dame arrojo y fortaleza para no temer al poderoso.
Regálame la sonrisa de los niños, la pureza de los más tiernos, la tranquilidad de los mansos.
Vísteme con el color de los amaneceres, ilumíname con tus alboradas, adórname con el esplendor de tus flores y arrópame con el verdor de tus montañas, Edifícame en la fortaleza de tus torres, fórmame en la docilidad del barro. Refréscame con tus océanos y tus nevados y caliéntame con el acogedor mar Caribe.
Quiero parpadear con tus estrellas, ser secuela de tus cometas, convertirme en palmera para inclinarme ante tu majestuoso paso, ser una hoja que el viento mueve a tu antojo y transformarme de oruga en mariposa para alimentar tu maravillosa naturaleza.
Jesús: Fulmíname con tu hermosa mirada, déjame perderme en tus pupilas. Préstame tu precioso pecho, déjame entrar a tus arterias, para ser solo un latido de tu sagrado corazón.

Amén

REFLEXIÓN PERSONAL EN TORNO A LA DESPEDIDA DE AÑO

fireworks

Nos encontramos una vez más a punto de pasar la página del almanaque de la historia de la humanidad. Un cambio de fecha, un cambio de año cronológico que marca el punto del tiempo lineal que nos ha tocado vivir en eso que llamamos eternidad. Y para poder encontrarle sentido a esa eternidad hemos decidido ordenar el tiempo en momentos medibles a los que podamos referirnos para construir eso que llamamos historia. Para ello, nos inventamos los segundos, los minutos, las horas, las semanas, los meses, los años, las décadas, los milenios…

Y en ese ejercicio tomamos como punto de referencia el acontecimiento más importante en toda la historia: El nacimiento del hijo de un artesano y una doncella de Nazaret. Así, el tiempo se mide en antes y después del nacimiento Jesús el Cristo. Algunos, influenciados por el secularismo que promulgan unos seudo-intelectuales, prefieren utilizar los términos “antes de la era común” y “era común”, como si con cambiarle el nombre pudieran borrar el punto de referencia: Jesús de Nazaret, el Verbo encarnado.

Cuando se acerca el cambio de año calendario, rememoramos las buenas y malas experiencias del año que termina, hacemos resoluciones para enmendar o mejorar aquellas cosas que entendemos debemos mejorar, proyectos que debemos comenzar o terminar, etc. Festejamos, celebramos, lloramos, pedimos, y pedimos… Y ese ejercicio de convierte en un ritual de fin de año que se repite año tras año, con el mismo festejo, las mismas resoluciones, las mismas peticiones. La única diferencia es el número del “año nuevo”.

Alguien ha dicho que “todo el año es Navidad”. Igual podríamos decir que “todo el año es Año Nuevo”. Porque Jesús viene a nosotros todos los días con la Buena Noticia del Reino. Así, todos los días se nos plantea la posibilidad de comenzar una nueva etapa de nuestra historia personal que nos encamine a la salvación, para poder un día gozar de ese estado en el que el tiempo será irrelevante. Cuando todo será un eterno presente en el que veremos Su rostro y llevaremos Su nombre en la frente. Noche ya no habrá; no tendremos necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios nos alumbrará, y reinaremos por los siglos de los siglos (Cfr. Ap 22,3-5).

A parte de la celebración folklórica de despedida de año, esta fecha nos brinda una magnífica oportunidad para reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas y darle gracias por todos los dones que nos ha prodigado, fruto de su Amor infinito, comenzando con la vida misma. Y si abrimos nuestros corazones a ese Amor infinito, no existe experiencia negativa alguna que pueda privarnos de la alegría que este nos provoca. Por eso tenemos que compartirlo con todo el que nos rodea, y podemos decir con san Juan que “hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en Él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4,16).

Y si permanecemos en el Amor, ¿qué mejor manera de corresponderle al Amado que comenzar el nuevo año acudiendo a su Casa a honrar a su Madre, participando de la solemnidad de Santa María, Madre de Dios?  Averigua los horarios de las misas del 1ro de enero en la parroquia más cercana y participa de la verdadera celebración. Entonces estarás comenzando un “feliz año nuevo”, no importa las circunstancias.

Aprovecho para desearles a todos un Año 2014 lleno de la PAZ que solo el saberse amado por Dios puede brindarnos. ¡Feliz Año Nuevo!