REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN 16-07-22

Hoy celebramos la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen, también conocida simplemente como la Virgen del Carmen, Nuestra Señora del Monte Carmelo, Flor del Carmelo, y Stella Maris (Estrella del Mar).

Esta es una de las advocaciones más antiguas, si no la más antigua, de la Virgen María. Deriva su nombre del Monte Carmelo (del hebreo Karmel, o Al-Karem, que quiere decir “jardín”), que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la vista del puerto marítimo de Haifa. Fue en este monte que el profeta Elías tuvo la visión de la nube (1 Re 18,44) que pondría fin a la sequía que había azotado la región.

Desde los primeros ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, se ha interpretado la nube de la visión de Elías (1 Re 18,44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Una tradición dice que Elías interpretó la visión de aquella nube como un símbolo de la llegada del Salvador esperado, que nacería de una doncella inmaculada para traer una lluvia de bendiciones. Desde entonces, aquella pequeña comunidad que tenía por hogar el Monte Carmelo, se dedicó a rezar por la que sería madre del Redentor, comenzando así la devoción a Nuestra Señora del Monte Carmelo.

Fue en ese lugar que, en el siglo XII, un grupo de hombres, inspirados por el profeta Elías, fundó la orden de los Carmelitas.

Dijimos que otro nombre por el cual se conoce a la Virgen del Carmen es Estrella del Mar, o Stella Maris. Antes de que existieran las brújulas, ni los medios de navegación electrónicos modernos, los marineros se guiaban por las estrellas. Cuando los sarracenos invadieron el Carmelo, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar por un tiempo el monasterio. Otra antigua tradición dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo. Por eso también es patrona de marineros, pescadores, y todos los que se hacen a la mar.

En Puerto Rico, por ser fiesta litúrgica, se contemplan las lecturas propias de la celebración.

Como primera lectura se nos presenta el pasaje en que Zacarías (2,14-17) profetiza el jubiloso acontecimiento del nacimiento del Salvador: “Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a habitar en medio de ti –oráculo del Señor-”. “Hija de Sión” es uno de los nombres que se le daban en el Antiguo Testamento al pueblo de Dios (en referencia al Monte Sión, centro de la Historia de la Salvación).

Cuando en la Anunciación el ángel saluda a María diciéndole “Alégrate, llena de gracia”, la Virgen está representando al nuevo Pueblo de Dios. Por eso “Hija de Sión” es también uno de los títulos que se dan a Nuestra Señora, invitada por Dios a una gran alegría, que expresa su papel extraordinario de madre del Mesías, convirtiéndose en la mujer que desde antaño veneraban los ermitaños del Monte Carmelo, sin conocer su identidad, pero sí su misión de convertirse en madre del Redentor.

Hoy, en esta celebración de Nuestra Señora, pidámosle que sea nuestra Estrella de Mar que nos dirija al puerto seguro que es su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN 16-07-21

Pidamos a Nuestra Señora del Carmen que sea nuestra Estrella de Mar que nos dirija al puerto seguro que es su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Hoy celebramos la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen, también conocida simplemente como la Virgen del Carmen, Nuestra Señora del Monte Carmelo, Flor del Carmelo, y Stella Maris (Estrella del Mar).

Esta es una de las advocaciones más antiguas, si no la más antigua, de la Virgen María. Deriva su nombre del Monte Carmelo (del hebreo Karmel, o Al-Karem, que quiere decir “jardín”), que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la vista del puerto marítimo de Haifa. Fue en este monte que el profeta Elías tuvo la visión de la nube (1 Re 18,44) que pondría fin a la sequía que había azotado la región.

Desde los primeros ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, se ha interpretado la nube de la visión de Elías (1 Re 18,44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Una tradición dice que Elías interpretó la visión de aquella nube como un símbolo de la llegada del Salvador esperado, que nacería de una doncella inmaculada para traer una lluvia de bendiciones. Desde entonces, aquella pequeña comunidad que tenía por hogar el Monte Carmelo, se dedicó a rezar por la que sería madre del Redentor, comenzando así la devoción a Nuestra Señora del Monte Carmelo.

Fue en ese lugar que, en el siglo XII, un grupo de hombres, inspirados por el profeta Elías, fundó la orden de los Carmelitas.

Dijimos que otro nombre por el cual se conoce a la Virgen del Carmen es Estrella del Mar, o Stella Maris. Antes de que existieran las brújulas, ni los medios de navegación electrónicos modernos, los marineros se guiaban por las estrellas. Cuando los sarracenos invadieron el Carmelo, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar por un tiempo el monasterio. Otra antigua tradición dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo. Por eso también es patrona de marineros, pescadores, y todos los que se hacen a la mar.

En Puerto Rico, por ser fiesta litúrgica, se contemplan las lecturas propias de la celebración.

Como primera lectura se nos presenta el pasaje en que Zacarías (2,14-17) profetiza el jubiloso acontecimiento del nacimiento del Salvador: “Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a habitar en medio de ti –oráculo del Señor-”. “Hija de Sión” es uno de los nombres que se le daban en el Antiguo Testamento al pueblo de Dios (en referencia al Monte Sión, centro de la Historia de la Salvación).

Cuando en la Anunciación el ángel saluda a María diciéndole “Alégrate, llena de gracia”, la Virgen está representando al nuevo Pueblo de Dios. Por eso “Hija de Sión” es también uno de los títulos que se dan a Nuestra Señora, invitada por Dios a una gran alegría, que expresa su papel extraordinario de madre del Mesías, convirtiéndose en la mujer que desde antaño veneraban los ermitaños del Monte Carmelo, sin conocer su identidad, pero sí su misión de convertirse en madre del Redentor.

Hoy, en esta celebración de Nuestra Señora, pidámosle que sea nuestra Estrella de Mar que nos dirija al puerto seguro que es su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN 16-07-20

Patrona de marineros, pescadores, y todos los que se hacen a la mar.

Hoy celebramos la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen, también conocida simplemente como la Virgen del Carmen, Nuestra Señora del Monte Carmelo, Flor del Carmelo, y Stella Maris (Estrella del Mar).

Esta es una de las advocaciones más antiguas, si no la más antigua, de la Virgen María. Deriva su nombre del Monte Carmelo (del hebreo Karmel, o Al-Karem, que quiere decir “jardín”), que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la vista del puerto marítimo de Haifa. Fue en este monte que el profeta Elías tuvo la visión de la nube (1 Re 18,44) que pondría fin a la sequía que había azotado la región.

Desde los primeros ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, se ha interpretado la nube de la visión de Elías (1 Re 18,44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Una tradición dice que Elías interpretó la visión de aquella nube como un símbolo de la llegada del Salvador esperado, que nacería de una doncella inmaculada para traer una lluvia de bendiciones. Desde entonces, aquella pequeña comunidad que tenía por hogar el Monte Carmelo, se dedicó a rezar por la que sería madre del Redentor, comenzando así la devoción a Nuestra Señora del Monte Carmelo.

Fue en ese lugar que, en el siglo XII, un grupo de hombres, inspirados por el profeta Elías, fundó la orden de los Carmelitas.

Dijimos que otro nombre por el cual se conoce a la Virgen del Carmen es Estrella del Mar, o Stella Maris. Antes de que existieran las brújulas, ni los medios de navegación electrónicos modernos, los marineros se guiaban por las estrellas. Cuando los sarracenos invadieron el Carmelo, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar por un tiempo el monasterio. Otra antigua tradición dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo. Por eso también es patrona de marineros, pescadores, y todos los que se hacen a la mar.

En Puerto Rico, por ser fiesta litúrgica, se contemplan las lecturas propias de la celebración.

Como primera lectura se nos presenta el pasaje en que Zacarías (2,14-17) profetiza el jubiloso acontecimiento del nacimiento del Salvador: “Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a habitar en medio de ti –oráculo del Señor-”. “Hija de Sión” es uno de los nombres que se le daban en el Antiguo Testamento al pueblo de Dios (en referencia al Monte Sión, centro de la Historia de la Salvación).

Cuando en la Anunciación el ángel saluda a María diciéndole “Alégrate, llena de gracia”, la Virgen está representando al nuevo Pueblo de Dios. Por eso “Hija de Sión” es también uno de los títulos que se dan a Nuestra Señora, invitada por Dios a una gran alegría, que expresa su papel extraordinario de madre del Mesías, convirtiéndose en la mujer que desde antaño veneraban los ermitaños del Monte Carmelo, sin conocer su identidad, pero sí su misión de convertirse en madre del Redentor.

Hoy, en esta celebración de Nuestra Señora, pidámosle que sea nuestra Estrella de Mar que nos dirija al puerto seguro que es su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN 16-07-19

Hoy celebramos la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen, también conocida simplemente como la Santa María del Monte Carmelo, Virgen del Carmen, Nuestra Señora del Monte Carmelo, Flor del Carmelo, y Stella Maris (Estrella del Mar).

Esta es una de las advocaciones más antiguas, si no la más antigua, de la Virgen María. Deriva su nombre del Monte Carmelo (del hebreo Karmel, o Al-Karem, que quiere decir “jardín”), que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la vista del puerto marítimo de Haifa. Fue en este monte que el profeta Elías tuvo la visión de la nube (1 Re 18,44) que pondría fin a la sequía que había azotado la región.

Desde los primeros ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, se ha interpretado la nube de la visión de Elías (1 Re 18,44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Una tradición dice que Elías interpretó la visión de aquella nube como un símbolo de la llegada del Salvador esperado, que nacería de una doncella inmaculada para traer una lluvia de bendiciones. Desde entonces, aquella pequeña comunidad que tenía por hogar el Monte Carmelo, se dedicó a rezar por la que sería madre del Redentor, sin conocer su identidad, comenzando así la devoción a Nuestra Señora del Monte Carmelo.

Fue en ese lugar que, en el siglo XII, un grupo de hombres, inspirados por el profeta Elías, fundó la orden de los Carmelitas.

Dijimos que otro nombre por el cual se conoce a la Virgen del Carmen es Estrella del Mar, o Stella Maris. Antes de que existieran las brújulas, ni los medios de navegación electrónicos modernos, los marineros se guiaban por las estrellas. Cuando los sarracenos invadieron el Carmelo en el año 1235, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar por un tiempo el monasterio. Otra antigua tradición dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo. Por eso también es patrona de marineros, pescadores, y todos los que se hacen a la mar.

En Puerto Rico, por ser fiesta litúrgica, se contemplan las lecturas propias de la celebración.

Como primera lectura se nos presenta el pasaje en que Zacarías (2,14-17) profetiza el jubiloso acontecimiento del nacimiento del Salvador: “Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a habitar en medio de ti –oráculo del Señor-”. Hija de Sión es uno de los títulos que se dan a Nuestra Señora, invitada por Dios a una gran alegría, título que expresa su papel extraordinario de madre del Mesías; más aún, de madre del Hijo de Dios. Es la mujer que desde antaño veneraban los ermitaños del Monte Carmelo, sin conocer su identidad, pero sí su misión de convertirse en madre del Redentor.

Hoy, en esta celebración de Nuestra Señora, pidámosle que sea nuestra Estrella de Mar que nos dirija al puerto seguro que es su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

REFLEXIÓN PARA LA FIESTA LITÚRGICA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN 16-07-18

Hoy celebramos la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen, también conocida simplemente como la Virgen del Carmen, Nuestra Señora del Monte Carmelo, Flor del Carmelo, y Stella Maris (Estrella del Mar).

Esta es una de las advocaciones más antiguas, si no la más antigua, de la Virgen María. Deriva su nombre del Monte Carmelo (del hebreo Karmel, o Al-Karem, que quiere decir “jardín”), que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la vista del puerto marítimo de Haifa. Fue en este monte que el profeta Elías tuvo la visión de la nube (1 Re 18,44) que pondría fin a la sequía que había azotado la región.

Desde los primeros ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, se ha interpretado la nube de la visión de Elías (1 Re 18,44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Una tradición dice que Elías interpretó la visión de aquella nube como un símbolo de la llegada del Salvador esperado, que nacería de una doncella inmaculada para traer una lluvia de bendiciones. Desde entonces, aquella pequeña comunidad que tenía por hogar el Monte Carmelo, se dedicó a rezar por la que sería madre del Redentor, comenzando así la devoción a Nuestra Señora del Monte Carmelo.

Fue en ese lugar que, en el siglo XII, un grupo de hombres, inspirados por el profeta Elías, fundó la orden de los Carmelitas.

Dijimos que otro nombre por el cual se conoce a la Virgen del Carmen es Estrella del Mar, o Stella Maris. Antes de que existieran las brújulas, ni los medios de navegación electrónicos modernos, los marineros se guiaban por las estrellas. Cuando los sarracenos invadieron el Carmelo, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar por un tiempo el monasterio. Otra antigua tradición dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo. Por eso también es patrona de marineros, pescadores, y todos los que se hacen a la mar.

En Puerto Rico, por ser fiesta litúrgica, se contemplan las lecturas propias de la celebración.

Como primera lectura se nos presenta el pasaje en que Zacarías (2,14-17) profetiza el jubiloso acontecimiento del nacimiento del Salvador: “Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a habitar en medio de ti –oráculo del Señor-”. “Hija de Sión” es uno de los nombres que se le daban en el Antiguo Testamento al pueblo de Dios (en referencia al Monte Sión, centro de la Historia de la Salvación).

Cuando en la Anunciación el ángel saluda a María diciéndole “Alégrate, llena de gracia”, la Virgen está representando al nuevo Pueblo de Dios. Por eso “Hija de Sión” es también uno de los títulos que se dan a Nuestra Señora, invitada por Dios a una gran alegría, que expresa su papel extraordinario de madre del Mesías, convirtiéndose en la mujer que desde antaño veneraban los ermitaños del Monte Carmelo, sin conocer su identidad, pero sí su misión de convertirse en madre del Redentor.

Hoy, en esta celebración de Nuestra Señora, pidámosle que sea nuestra Estrella de Mar que nos dirija al puerto seguro que es su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.