REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE 12-12-22

Hoy Puerto Rico, y toda América Latina, celebra la Fiesta de la Patrona de América Latina, Señora y Madre de los Mexicanos, Patrona de mi ciudad (y Diócesis) natal de Ponce, Puerto Rico, y declarada “Emperatriz de las Américas” por el papa Pío XII, en un mensaje radial a los mexicanos el 12 de octubre de 1945.

La lectura evangélica que nos propone la liturgia para esta Fiesta (Lc 1,39-48) nos narra la visita de la Virgen María a su prima Isabel, y el comienzo del hermoso cántico del Magníficat. María está encinta, y a pesar de su preñez, parte presurosa a ayudar a su parienta, quien es una mujer mayor que se encuentra en sus últimos tres meses del embarazo.

Esa es la Virgen que se presenta a san Juan Diego en el Tepeyac. Si examinamos detenidamente la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, notamos que la parte más iluminada es el vientre, que aparece ligera y delicadamente distendido, como el de una joven mujer al comienzo de su embarazo. Este hecho se confirma por la cinta negra que la Virgen lleva alrededor de la cintura, que es una prenda que usaban las mujeres aztecas cuando estaban embarazadas. ¡Qué imagen tan hermosa! Esta imagen de la Guadalupana es tan rica en símbolos, que resulta imposible ni tan siquiera intentar enumerarlos en tan corto espacio.

Poseyendo la Santísima Virgen un cuerpo glorificado al haber sido asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial (parte del dogma de la Asunción), puede adaptarse, tomar diferentes características físicas: su edad, estatura, apariencia, características étnicas, idioma, vestuario, etc. Así la Virgen se acomoda a la cultura y el lenguaje del vidente con miras a un fin pedagógico. De hecho, toda la simbología de la imagen ha sido descrita como una “escritura jeroglífica”, un “catecismo” especial para que los nuevos conversos, que aún no hablaban el castellano, pudieran entenderla.

En el caso de Nuestra Señora de Guadalupe, notamos además que su rostro no es ni indígena, ni español, sino una mezcla de ambas razas, mestizo. Esta apariencia parece anunciar la aparición de una nueva raza producto de la unión de ambas razas: el pueblo mexicano. Una nueva raza producto de la unión de otras dos con un elemento común: la fe católica. “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel” (Is 7,14). Así la Guadalupana “da a luz” también a un nuevo pueblo que nace junto a la evangelización de América y tiene como elemento común al Emmanuel, “Dios-en-nosotros”. Una raza, un pueblo genuinamente latinoamericano, que recibió a Jesús en su corazón, tal y como estamos preparándonos nosotros “hoy”, durante el Adviento, para recibirle en los nuestros.

No es por coincidencia, sino por “Diosidencia”, como dice mi esposa, que la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe se celebra durante el Adviento, y durante la parte del Adviento en que se nos llama a la conversión. Es un hecho histórico que en un período tan corto como diez años a partir de la aparición de Nuestra Señora en el Tepeyac, la fe católica se propagó por todo el continente, logrando la conversión de todos los pueblos latinoamericanos.

En esta fecha tan especial, pidamos a nuestro Señor, por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, que nos ayude lograr la conversión que nos permita recibir a su Hijo en nuestros corazones.

CÁPSULA MARIANA #26 – NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

En este corto vídeo compartimos algunas pinceladas sobre la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe a san Juan Diego, así como su influencia en la evangelización de las Américas, y lo que significa para la fe y religiosidad popular del continente latinoamericano. ¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?

REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE 12-12-20

¡Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros!

Hoy Puerto Rico, y toda América Latina, celebra la Fiesta de la Patrona de América Latina, Señora y Madre de los mexicanos, y declarada “Emperatriz de las Américas” por el papa Pío XII, en un mensaje radial a los mexicanos el 12 de octubre de 1945.

La lectura evangélica que nos propone la liturgia para esta Fiesta (Lc 1,39-48) nos narra la visita de la Virgen María a su prima Isabel, y el comienzo del hermoso cántico del Magníficat. María está encinta, y a pesar de su preñez, parte presurosa a ayudar a su parienta, quien es una mujer mayor que se encuentra en sus últimos tres meses del embarazo.

Esa es la Virgen que se presenta a san Juan Diego en el Tepeyac. Si examinamos detenidamente la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, notamos que la parte más iluminada es el vientre, que aparece ligera y delicadamente distendido, como el de una joven mujer al comienzo de su embarazo. Este hecho se confirma por la cinta negra que la Virgen lleva alrededor de la cintura, que es una prenda que usaban las mujeres aztecas cuando estaban embarazadas. ¡Qué imagen tan hermosa! Esta imagen de la Guadalupana es tan rica en símbolos, que resulta imposible ni tan siquiera intentar enumerarlos en tan corto espacio.

Poseyendo la Santísima Virgen un cuerpo glorificado al haber sido asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial (parte del dogma de la Asunción), puede adaptarse, tomar diferentes características físicas: su edad, estatura, apariencia, características étnicas, idioma, vestuario, etc. Así la Virgen se acomoda a la cultura y el lenguaje del vidente con miras a un fin pedagógico. De hecho, toda la simbología de la imagen ha sido descrita como una “escritura jeroglífica”, un “catecismo” especial para que los nuevos conversos, que aún no hablaban el castellano, pudieran entenderla.

En el caso de Nuestra Señora de Guadalupe, notamos además que su rostro no es ni indígena, ni español, sino una mezcla de ambas razas, mestizo. Esta apariencia parece anunciar la aparición de una nueva raza producto de la unión de ambas razas: el pueblo mexicano. Una nueva raza producto de la unión de otras dos con un elemento común: la fe católica. “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Is 7,14). Así la Guadalupana “da a luz” también a un nuevo pueblo que nace junto a la evangelización de América y tiene como elemento común al Emanuel, “Dios-en-nosotros”. Una raza, un pueblo genuinamente latinoamericano, que recibió a Jesús en su corazón, tal y como estamos preparándonos nosotros “hoy”, durante el Adviento, para recibirle en los nuestros.

No es por coincidencia, sino por “Diosidencia”, como dice mi esposa, que la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe se celebra durante el Adviento, y durante la parte del Adviento en que se nos llama a la conversión. Es un hecho histórico que en un período tan corto como diez años a partir de la aparición de Nuestra Señora en el Tepeyac, la fe católica se propagó por todo el continente, logrando la conversión de todos los pueblos latinoamericanos.

Este Adviento que nos ha tocado vivir en medio de una pandemia, tornemos nuestra mirada al rostro amoroso de Santa María de Guadalupe y meditemos sus palabras a San Juan Diego:

“Escucha, ponlo en tu corazón, Hijo mío el menor; que no se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta enfermedad ni ninguna otra enfermedad, ni cosa punzante aflictiva. ¿No estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?”

REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE 12-12-19

Hoy Puerto Rico, y toda América Latina, celebra la Fiesta de la Patrona de América Latina, Señora y Madre de los Mexicanos, Patrona de mi ciudad (y Diócesis) natal de Ponce, Puerto Rico; declarada “Emperatriz de las Américas” por el papa Pío XII, en un mensaje radial a los mexicanos el 12 de octubre de 1945.

La lectura evangélica que nos propone la liturgia para esta Fiesta (Lc 1,39-48) nos narra la visita de la Virgen María a su prima Isabel, y el comienzo del hermoso cántico del Magníficat. María está encinta, y a pesar de su preñez, parte presurosa a ayudar a su parienta, quien es una mujer mayor que se encuentra en sus últimos tres meses del embarazo.

Esa es la Virgen que se presenta a san Juan Diego en el Tepeyac. Si examinamos detenidamente la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, notamos que la parte más iluminada es el vientre, que aparece ligera y delicadamente distendido, como el de una joven mujer al comienzo de su embarazo. Este hecho se confirma por la cinta negra que la Virgen lleva alrededor de la cintura, que es una prenda que usaban las mujeres aztecas cuando estaban embarazadas. ¡Qué imagen tan hermosa! Esta imagen de la Guadalupana es tan rica en símbolos, que resulta imposible ni tan siquiera intentar enumerarlos en tan corto espacio.

Poseyendo la Santísima Virgen un cuerpo glorificado al haber sido asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial (parte del dogma de la Asunción), puede adaptarse, tomar diferentes características físicas: su edad, estatura, apariencia, características étnicas, idioma, vestuario, etc. Así la Virgen se acomoda a la cultura y el lenguaje del vidente con miras a un fin pedagógico. De hecho, toda la simbología de la imagen ha sido descrita como una “escritura jeroglífica”, un “catecismo” especial para que los nuevos conversos, que aún no hablaban el castellano, pudieran entenderla.

En el caso de Nuestra Señora de Guadalupe, notamos además que su rostro no es ni indígena, ni español, sino una mezcla de ambas razas, mestizo. Esta apariencia parece anunciar la aparición de una nueva raza producto de la unión de ambas razas: el pueblo mexicano. Una nueva raza producto de la unión de otras dos con un elemento común: la fe católica. “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel” (Is 7,14). Así la Guadalupana “da a luz” también a un nuevo pueblo que nace junto a la evangelización de América y tiene como elemento común al Emmanuel, “Dios-en-nosotros”. Una raza, un pueblo genuinamente latinoamericano, que recibió a Jesús en su corazón, tal y como estamos preparándonos nosotros “hoy”, durante el Adviento, para recibirle en los nuestros.

No es por coincidencia, sino por “Diosidencia”, como dice mi esposa, que la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe se celebra durante el Adviento, y durante la parte del Adviento en que se nos llama a la conversión. Es un hecho histórico que en un período tan corto como diez años a partir de la aparición de Nuestra Señora en el Tepeyac, la fe católica se propagó por todo el continente, logrando la conversión de todos los pueblos latinoamericanos.

En esta fecha tan especial, pidamos a nuestro Señor, por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, que nos ayude lograr la conversión que nos permita recibir a su Hijo en nuestros corazones.

REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE 12-12-18

Hoy Puerto Rico y toda América Latina celebra la Fiesta de la Patrona de América Latina, Señora y Madre de los Mexicanos, y declarada “Emperatriz de las Américas” por el papa Pío XII, en un mensaje radial a los mexicanos el 12 de octubre de 1945.

La lectura evangélica que nos propone la liturgia para esta Fiesta (Lc 1,39-48) nos narra la visita de la Virgen María a su prima Isabel, y el comienzo del hermoso cántico del Magníficat. María está encinta, y a pesar de su preñez, parte presurosa a ayudar a su parienta, quienes una mujer mayor que se encuentra en sus últimos tres meses del embarazo.

Esa es la Virgen que se presenta a san Juan Diego en el Tepeyac. Si examinamos detenidamente la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, notamos que la parte más iluminada es el vientre, que aparece ligera y delicadamente distendido, como el de una joven mujer al comienzo de su embarazo. Este hecho se confirma por la cinta negra que la Virgen lleva alrededor de la cintura, que es una prenda que usaban las mujeres aztecas cuando estaban embarazadas. ¡Qué imagen tan hermosa! Esta imagen de la Guadalupana es tan rica en símbolos, que resulta imposible ni tan siquiera intentar enumerarlos en tan corto espacio.

Poseyendo la Santísima Virgen un cuerpo glorificado al haber sido asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial (parte del dogma de la Asunción), puede adaptarse, tomar diferentes características físicas: su edad, estatura, apariencia, características étnicas, idioma,vestuario, etc. Así la Virgen se acomoda a la cultura y el lenguaje del vidente con miras a un fin pedagógico. De hecho, toda la simbología de la imagen ha sido descrita como una “escritura jeroglífica”, un “catecismo” especial para que los nuevos conversos, que aún no hablaban el castellano, pudieran entenderla.

En el caso de Nuestra Señora de Guadalupe,notamos además que su rostro no es ni indígena, ni español, sino una mezcla de ambas razas, mestizo. Esta apariencia parece anunciar la aparición de una nueva raza producto de la unión de ambas razas: el pueblo mexicano. Una nueva raza producto de la unión de otras dos con un elemento común: la fe católica. “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”(Is 7,14). Así la Guadalupana “da a luz” también a un nuevo pueblo que nace junto a la evangelización de América y tiene como elemento común al Emanuel,“Dios-en-nosotros”. Una raza, un pueblo genuinamente latinoamericano, que recibió a Jesús en su corazón, tal y como estamos preparándonos nosotros “hoy”,durante el Adviento, para recibirle en los nuestros.

No es por coincidencia, sino por “Diosidencia”, como dice mi esposa, que la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe se celebra durante el Adviento, y durante la parte del Adviento en que se nos llama a la conversión. Es un hecho histórico que en un período tan corto como diez años a partir de la aparición de Nuestra Señora en el Tepeyac, la fe católica se propagó por todo el continente, logrando la conversión de todos los pueblos latinoamericanos.

En esta fecha tan especial, pidamos a nuestro Señor, por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, que nos ayude lograrla conversión que nos permita recibir a su Hijo en nuestros corazones.

¿Quiénes son los trece personajes que aparecen reflejados en las pupilas de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe?

En respuesta a la pregunta que nos formula uno de nuestros lectores, Omar, sobre la identidad de los personajes que aparecen reflejados en las pupilas, y que reseñamos en nuestro anterior comentario al respecto, compartimos con ustedes la contestación a su interrogante:

Los personajes encontrados en las pupilas

El resultado de 20 años de cuidadoso estudio de los ojos de la Virgen de Guadalupe ha sido el descubrimiento de 13 minúsculas figuras, afirma el doctor José Aste Tönsmann.

1.- Un indígena que observa

Aparece de cuerpo entero, sentado en el suelo. La cabeza del indígena está ligeramente levantada y parece dirigir su mirada hacia arriba, en señal de atención y reverencia. Destacan una especie de aro en la oreja (arracada) y huaraches en los pies.

2.- El anciano

A continuación del indígena se aprecia el rostro de un anciano, de calva grande, nariz prominente y recta; ojos hundidos que ven hacia abajo y barba blanca. Los rasgos coinciden con los de un hombre de raza blanca. Su gran parecido a la cara del obispo Zumárraga, como aparece en las pinturas de Miguel cabrera del siglo XVIII, permite suponer que se trata de la misma persona.

3.- El hombre joven

Junto al anciano está un hombre joven con facciones que denotan asombro. La posición de los labios del joven parecen dirigir la palabra al presunto obispo. Su cercanía con él ha llevado a pensar que se trata de un traductor, pues el obispo no hablaba náhuatl. Se cree que se trata de Juan González, joven español nacido entre 1500 y 1510.

4.- San Juan Diego

Se evidencia el rostro de un hombre maduro, con aspecto indígena, con barba rala, nariz aguileña y labios entreabiertos. Lleva un sombrero con forma de cucurucho, de uso corriente entre los indígenas dedicados a las faenas del campo en esa época.

Lo más interesante de esta figura es la tilma que lleva anudada al cuello, extiende el brazo derecho y la despliega en dirección a donde se encuentra el anciano; la hipótesis del investigador supone que esta silueta corresponde al vidente san Juan Diego.

5.- Una mujer de raza negra

Detrás del supuesto san Juan Diego, aparece una mujer de ojos penetrantes que mira con asombro. Sólo pueden verse el busto y la cara. Es de tez morena, nariz achatada y labios gruesos, rasgos que corresponden a los de una mujer de raza negra.

El padre Mariano Cuevas en su libro: “Historia de la Iglesia en México” comprueba que el obispo Zumárraga había concedido en su testamento la libertad a la esclava negra que le había servido en México.

6.- El hombre barbado

En el extremo derecho de ambas córneas aparece un hombre barbado, con facciones europeas al que no ha sido posible identificar. Muestra una actitud contemplativa, su rostro expresa interés y perplejidad; mantiene la mirada hacia el lugar en donde el indígena despliega su tilma.

Un misterio dentro del misterio (compuesto por las figuras 7, 8, 9, 10, 11, 12 y 13)

En el centro de ambos ojos aparece lo que se ha denominado “grupo familiar indígena”. Las imágenes son de diferente tamaño a las demás, sin embargo estas personas guardan entre sí un mismo tamaño y componen una escena diferente.

(7) Una mujer joven de rasgos muy finos que parece mirar hacia abajo.Tiene sobre su cabello una especie de tocado: trenzas o cabello entretejido con flores. Sujeto a su espalda se distingue la cabeza de un bebé en un rebozo (8)

A un nivel más bajo y a la derecha de la joven madre está un hombre con sombrero (9) y entre ambos, se observa una pareja de niños (hombre y mujer, 10 y 11). Otro par de figuras, esta vez de hombre y mujer maduros (12 y 13) se encuentra de pie, atrás de la mujer joven.

Este hombre maduro (13) es la única figura que el investigador no ha podido encontrar en ambos ojos de la Virgen, sólo está presente en el derecho.

Conclusión

El 9 de diciembre de 1531, la Virgen María pidió a san Juan Diego que le construyeran un templo en el Tepeyac para dar a conocer a Dios,“y para realizar lo que pretende mi compasiva mirada misericordiosa(…)”, Nican Mopohua Núm.33.

De acuerdo con la hipótesis del autor, estas 13 figuras en conjunto nos revelan un mensaje de la Virgen María dirigido a la humanidad: Ante Dios los hombres y mujeres de todas las razas son iguales.

La presencia del grupo familiar (de la figura 7 a la 13) en ambos ojos de la Virgen de Guadalupe, en opinión del doctor Aste, son las figuras más importantes de las que se encuentran reflejadas en sus córneas pues están ubicadas en sus pupilas, lo que quiere decir que María de Guadalupe tiene a la familia en el centro de su mirada compasiva. Pudiera ser una invitación a buscar la unidad familiar, a acercarse a Dios en familia, especialmente ahora que la sociedad moderna ha devaluado tanto a la familia.

Como muy bien señala nuestro lector, la aparición de la Virgen a san Juan Diego en el Tepeyac lo creermos en fe. Estos hallazgos científicos meramente corroboran lo que ya sabíamos y, de paso, ayudan a los no creyentes a admitir el milagro de la tilma de san Juan Diego y la vercaidad de la aparición.

Que pasen un hermoso y bendecido día de Nuestra Señora de Guadalupe.

Santa María de Guadalupe, ¡intercede por nosotros!

Héctor, OP


Tomado de un artículo publicado originalmente en: virgendeguadalupe.org.mx

Datos sorprendentes de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe

Hoy, 12 de diciembre, toda America celebra la Fiesta de nuestra Patrona y Emperatriz, la Virgen de Guadalupe. Ye anteriormente hemos reflexionado sobre las lecturas que la Liturgia nos propone para esta fecha.

En esta ocasión queremos compartir con ustedes estos datos que no dan lugar a duda sobre el carácter sobrenatural y real de la aparición de Nuestra Señora a san Juan Diego,  en diciembre de 1531:

La tilma de san Juan Diego

La tilma de Juan Diego tiene ya cuatrocientos ochenta y cinco años y se conserva en perfecto estado. Se han hecho pruebas con tejidos de fibra de maguey, como la tilma de Juan Diego, y se ha visto que a los veinte años el lienzo se descompone por putrefacción, por lo que es inexplicable que este haya durado ya más de 480 años.

La imagen, que tiene metro y medio de estatura, está protegida por un cristal, pero durante 116 años, hasta 1647, estuvo sometida al polvo, a la humedad, al salitre del próximo lago Texcoco, a los excrementos de moscas e insectos, al humo de centenares de velas votivas, al contacto de los dedos, medallas, cruces, rosarios, anillos, pulseras y toda clase de objetos. Razón de sobra para que estuviera enormemente deteriorada y no es así.

La imagen está tan fresca y el colorido es tan brillante como si se acabara de pintar. Es más, Carlos María Bustamante certifica que en 1791, estando unos trabajadores limpiando el marco de plata, se les derramó un frasco de ácido nítrico que recorrió el cuadro de arriba a abajo. Lo natural es que hubiera destrozado el lienzo, sin embargo sólo hay una leve mancha que casi no se ve. Sobre este hecho se conserva el expediente original en el archivo de la Basílica de Guadalupe.

Entre los prodigios de la Virgen de Guadalupe llama la atención el ocurrido el 14 de noviembre de 1921, a las 10:30 de la mañana, cuando Luciano Pérez Carpio subió al altar y colocó a sus pies un enorme ramo de flores en el que escondida llevaba una bomba. Los efectos de la explosión fueron aparatosos: destruyó las gradas de mármol del altar que sostenía la imagen, hizo volar por los aires los pesados candelabros, retorció un gran crucifijo de metal que todavía se exhibe en ese estado, convirtió en polvo jarrones, floreros y vidrios de casas cercanas a la basílica y el cristal de un cuadro de San Juan colgado detrás de la tilma. Prodigiosamente la imagen de la Virgen de Guadalupe no recibió ni un rasguño. Más aún, quedó intacto el cristal que la protegía, aunque aún entonces no había cristales antibala.

El misterio de los ojos

Desde principios del siglo XX diversos investigadores, fotógrafos y oftalmólogos han afirmado haber descubierto en los ojos de la Virgen de Guadalupe el reflejo de figuras que parecieran corresponder a siluetas humanas.

Alfonso Marcué, fotógrafo oficial de la antigua Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, descubrió en 1929 lo que parecía la imagen de un hombre barbado reflejada en el ojo derecho de la Virgen.

En 1951, José Carlos Salinas Chávez, dibujante, descubrió la misma imagen mientras observaba con una lupa una fotografía de la Virgen de Guadalupe. La vio reflejada también en el ojo izquierdo, en la misma ubicación en donde se proyectaría en un ojo vivo.

En 1956 el doctor mexicano Javier Torroella Bueno hizo el primer reporte médico de los ojos de la Virgen. El resultado: se cumplían, como en cualquier ojo vivo, las leyes Purkinje-Samson, es decir, hay un triple reflejo de los objetos localizados enfrente de los ojos de la Virgen y las imágenes se distorsionan por la forma curva de sus córneas. El mismo año, el oftalmólogo Rafael Torrija Lavoignet, examinó los ojos de la Imagen y confirmó la existencia de la silueta en los dos ojos de la Virgen que había descripto el dibujante Salinas Chávez.

A partir de 1979, el doctor en sistemas computacionales y licenciado en ingeniería civil José Aste Tönsmann, fue descubriendo el misterio que encierran los ojos de la Guadalupana.

Mediante el proceso de digitalización de imágenes por computadora descubrió el reflejo de 13 personas de acuerdo a las leyes de Purkinje-Samson. El pequeñísimo diámetro de las córneas (de 7 y 8 mm) descarta la posibilidad de pintar las figuras en sus ojos, sobre todo, si se tiene en cuenta el material sobre el que está estampada la imagen.

Si una obra con detalles tan minuciosos como ésta es imposible para el hombre de hoy, a pesar del desarrollo tecnológico actual, con mayor razón sería algo inalcanzable para cualquier artista del año de 1531.

De acuerdo con la hipótesis del Aste Tönsmann, estas 13 figuras en conjunto nos revelan un mensaje de la Virgen dirigido a la humanidad: Ante Dios, los hombres y mujeres de todas las razas son iguales.

En opinión del doctor Aste, la presencia del grupo familiar (de la figura 7 a la 13) en ambos ojos de la Virgen de Guadalupe, son las figuras más importantes de las que se encuentran reflejadas en sus córneas, pues están ubicadas en sus pupilas, lo que quiere decir que María de Guadalupe tiene a la familia en el centro de su mirada compasiva. Pudiera ser una invitación a buscar la unidad familiar, a acercarse a Dios en familia, especialmente ahora que la sociedad moderna ha devaluado tanto al grupo familiar…

Nuestra Señora de Guadalupe, ¡ruega por nosotros!

Adaptado de: http://ultimasnoticias.us/curiosidades-sorprendentes-de-la-virgen-de-guadalupe/