REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN 09-11-18

Fachada de la Archibasílica de San Juan de Letrán – Roma

Hoy celebramos la Fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, que constituye la sede de la Cátedra del Papa, en su carácter de Obispo de Roma, es decir, que es la catedral de Roma. La tradición de celebrar esta Fiesta se remonta al siglo XII, y tiene como propósito honrar esa basílica que es llamada “madre y cabeza de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe”, por ser, como hemos dicho, la “cátedra de Pedro”.

Las lecturas que la liturgia nos propone hoy, abarcan toda la dimensión de lo que constituye el “templo” para nosotros los cristianos. En el segundo texto que se nos propone como lectura (1 Cor 3,9c-11.16-17) Pablo nos recuerda que nosotros somos el verdadero templo de Dios: “¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros”. “Vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14,23); “¿No sabéis que sois templo de Dios?”. No hay duda de que Dios está en todas partes, por lo que su presencia no está circunscrita a los templos edificados por manos humanas. Es algo que aprendemos desde la catequesis infantil.

No obstante, ya desde el Antiguo Testamento Dios enseña a su pueblo la importancia de separar una estructura sagrada para congregarnos con el propósito de rendirle el culto de adoración que solo Él merece (la palabra “sagrado” quiere decir “separado”). El mismo Jesús fue presentado en el Templo (Lc 2,22-40), acudía al Templo para observar las fiestas religiosas (Lc 2,41-42; Jn 2,13), y lo encontramos en innumerables ocasiones enseñando en el Templo o en la sinagoga.

En el Evangelio que contemplamos hoy (Jn 2,13-22) se hace patente la importancia que Jesús le reconoce al Templo, y el respeto que le merece, cuando cita el Salmo 69,10: “El celo de tu casa me devora”. Este es el pasaje en que Jesús expulsa por la fuerza a los mercaderes del templo, increpándolos por haber convertido “en un mercado la casa de [su] Padre”. Pero al mismo tiempo reconoce que su cuerpo (del cual todos formamos parte – Cfr. 1 Cor 10,17; 12,12-27; Ef 1,13; 2,16; 3,6; 4, 4.12-16; Col 1,18.24; 2,19; 3,15) es también un templo: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”.

“El celo de tu casa me devora”. Cada vez que entro en un templo y me encuentro a todo el mundo “socializando” y hablando nimiedades, y hasta murmurando contra otros hermanos, en presencia de Jesús sacramentado, cuya presencia es reconocida por apenas dos o tres personas, entiendo lo que sintió Jesús cuando volcó las mesas de los cambistas y expulsó a los mercaderes. Entonces voy y me postro ante Él y pido por ellos, y ruego al Señor que al verme, descubran Su presencia en el sagrario y cesen de convertir su Casa en un mercado, que es precisamente lo que el nivel de ruido que se percibe nos evoca.

Hoy, pidamos al Señor que nos permita reconocer nuestros cuerpos como templos suyos, respetándolos como tal, reconocer los templos de nuestra Iglesia como lugares sagrados en los que Él habita también, y comportarnos con el respeto que merecen.

Texto del Mensaje Pascual del Papa Francisco y bendición urbi et orbi 2015

PAPA URBI ET ORBI

Foto: Bohumil Petrik / ACI Prensa

 

VATICANO, 05 Abr. 15 / 06:18 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Francisco presidió esta mañana la Misa de la Pascua de Resurrección  en la Plaza de San Pedro. El Pontífice no tuvo homilía puesto que después leyó su Mensaje Pascual e impartió la tradicional bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo).

En él, el Santo Padre, reconoció que “con su muerte y resurrección, Jesús muestra a todos la vía de la vida y la felicidad: esta vía es la humildad, que comporta la humillación”.

A su vez aseguró que los cristianos “tratamos de vivir al servicio de los demás, de no ser altivos, sino disponibles y respetuosos. Esto no es debilidad, sino autentica fuerza”.

Por otra parte señaló que “quién lleva en sí el poder de Dios, de su amor y su justicia, no necesita usar violencia, sino que habla y actúa con la fuerza de la verdad, de la belleza y del amor. Imploremos al Señor resucitado la gracia de no ceder al orgullo que fomenta la violencia y las guerras, sino que tengamos el valor humilde del perdón y de la paz”.

Por ello pidió que Cristo “alivie el sufrimiento de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su nombre”, en especial en Irak y Siria. Pidió la paz también para palestinos e israelíes y el fin de los conflictos en Libia, Yemen, Nigeria, Sudán del Sur y diversas regiones del Sudán y la República Democrática del Congo. Se acordó en especial de los 147 universitarios asesinados el pasado miércoles por terroristas yihadistas en Kenia y pidió también el fin del conflicto en Ucrania.

Después del Mensaje, el Papa despidió a los fieles deseándoles una feliz Pascua. “Lleven a vuestras casas y a los que os encontréis el jubiloso anuncio de que el Señor ha resucitado, de que es el Señor de la vida”.

A continuación, ACI Prensa comparte con sus lectores el texto completo del mensaje pascual 2015:

Para leer el texto completo ir a: https://www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-mensaje-urbi-et-orbi-del-papa-francisco-en-pascua-de-resurreccion-2015-69179/