REFLEXIÓN PERSONAL PARA LA DESPEDIDA DEL AÑO 2019

Se trata pues, de una celebración de amor, el más noble de todos los sentimientos humanos, que procede de Dios mismo, que es Dios (1 Jn 4,7-8)…

Esta noche, cada cual a su manera (unos en compañía de familiares o amigos, otros solos o durmiendo), le diremos adiós a este año calendario que termina y daremos la bienvenida a otro. Y a muchos cristianos se nos olvida que el verdadero motivo de gozo y celebración sigue siendo la Navidad, pues esta fecha coincide con la culminación de la “Octava” de Navidad. En nuestra liturgia, una “octava” es la prolongación de una fiesta tan importante que dura ocho días consecutivos. Es decir, que para nosotros todavía no ha terminado la celebración de la Natividad de Jesús. Ese debe ser el verdadero motivo de nuestra alegría en el día de hoy.

Y no es casualidad que esa celebración prolongada culmine mañana, 1 de enero, honrando a la que hizo todo posible con su “hágase”, en la Solemnidad de Santa María Madre de Dios.

Tampoco es casualidad que la culminación de la Octava de Navidad coincida con el cambio de año calendario, pues el nacimiento de ese Niño en Belén de Judea hace 2020 años “partió” la historia de la humanidad en dos períodos: antes y después de su nacimiento. Tanto que el tiempo lineal se cuenta tomando como punto de referencia ese hecho salvífico (“antes” y “después” de Cristo). Y aunque algunos (especialmente los seudo intelectuales), con el afán de ser “inclusivos”, utilizan los términos antes y después de la “era común”, ello no deja de ser un espejismo, un circunloquio, pues el punto de referencia sigue siendo el mismo: el nacimiento de nuestro Señor y Salvador. Es la culminación de ese plan establecido por Dios desde toda la eternidad, mediante el cual el Hijo se encarnó para ser inmolado, por nuestra salvación, en el acto de amor más sublime en la historia de la humanidad.

Se trata pues, de una celebración de amor, el más noble de todos los sentimientos humanos, que procede de Dios mismo, que es Dios (1 Jn 4,7-8), y que cuando se convierte en acción es la fuerza más poderosa del Universo.

Como dice fray Martín Gelabert, O.P. reflexionando sobre el Comentario al Credo de santo Tomás de Aquino: “Dios ama al ser humano hasta tal punto que consiente limitarse para llegar a lo humano, para que los humanos podamos conocerle, y podamos también imitarle. Si no se hubiera puesto a nuestro nivel ni habríamos podido conocerle, ni tampoco imitarle”.

Todos los días ese Dios nace para nosotros, brindándonos una nueva oportunidad, día tras día, para conocer el verdadero Amor. Si abrimos nuestros corazones a ese Amor, lograremos reconocerlo y podremos decir con el evangelista: “hemos conocido el Amor que Dios nos tiene, y hemos creído en Él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4,16). Solo entonces podremos imitar a Dios amando de verdad. De eso se trata la Navidad.

Otro año más les exhorto a que en este día, al igual que todos los días, nos hagamos una sola pregunta con relación al año que acaba de terminar: ¿Cuánto he amado? Y para el año que va a comenzar: ¿Qué puedo hacer para amar más?

Por eso hoy, en lugar de las “resoluciones” de año nuevo estereotipadas, te exhorto a hacer el firme propósito de perdonar a todos los que te han herido y reconciliarte con todo aquél que quien estés distanciado por la razón que sea.

¡Solo así tendrás un FELIZ AÑO 2020!

VERITAS

veritas

Un reciente intercambio de opiniones con una hermana me hizo recordar la famosa frase de Santo Tomás de Aquino: “La verdad, aunque la diga el diablo, sigue siendo verdad, y los amantes de la verdad deben prestarle atención, no tanto por quien lo dice, sino por lo que dice”.

Comentando sobre esa frase, y otra similar atribuida a san Ambrosio ( “La verdad, la diga quien la diga, proviene del Espíritu Santo”), fray Martín Gelabert, O.P., comenta: “El pensamiento de Tomás de Aquino tiene una interesante aplicación: hay que saber buscar la verdad incluso donde parece que sólo hay error y mentira. O dicho de forma más suave: hay que buscar la verdad debajo de muchas reacciones desconcertantes y de muchas cosas con las que no estamos de acuerdo. Pues buscando la verdad que puede haber en ellas tenemos una posibilidad de reorientarlas, de reconducirlas al buen camino. Si solo condenamos, no hay modo de “encontrarnos” con el diferente, ni de evangelizar. Hay que buscar un punto de encuentro, un punto de partida, una base buena en el otro desde la que poder construir. Partir de su parte de verdad, de su lado bueno, buscar la verdad y el bien incluso allí donde no es fácil encontrarlo, pero seguros de que algo bueno tiene que haber”.

De lo contrario, permaneceremos en la oscuridad…

Por eso el lema de nuestra Orden de Predicadores es “VERITAS”. ¡Por eso soy dominico!

Héctor L. Márquez, O.P., Laico Dominico

Tomado de: http://cofalc.org/2016/03/veritas/