REFLEXIÓN PARA LA SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR 06-01-22

“Vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra”.

Hoy celebramos en Puerto Rico la solemnidad de la Epifanía del Señor. Epifanía significa “manifestación”. La Iglesia reconoce tres epifanías importantes: La Epifanía ante los Reyes Magos (que celebramos hoy), la Epifanía a Juan el Bautista en el Río Jordán cuando Jesús fue bautizado, y la Epifanía a sus discípulos en las Bodas de Caná. No obstante, cuando hablamos de Epifanía, siempre pensamos en la primera, que se celebra todos los años el 6 de enero.

Aunque en Puerto Rico la solemnidad se conoce con el nombre de los Tres Santos Reyes, el relato de Mateo (2,1-12), ni dice que eran tres, ni que eran reyes. Tampoco dice que llegaron en camellos. El número de tres se ha desarrollado en la tradición basado en los presentes que le presentaron al Niño: oro, incienso y mirra. El número de tres también se recoge en los evangelios apócrifos, al igual que sus nombres. El Evangelio armenio de la infancia de Jesús (5,10) nos dice: “Y los reyes de los magos eran tres hermanos: Melkon (Melchor), el primero, que reinaba sobre los persas; después Baltasar, que reinaba sobre los indios, y el tercero Gaspar, que tenía en posesión el país de los árabes”.

Lo de los camellos, también producto de la tradición, se basa probablemente en el pasaje del libro de Isaías (60,1-6) que la liturgia nos propone para hoy, que en el versículo 6 nos dice: “Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor”. La realeza de los visitantes probablemente se incorpora a la tradición al combinar este pasaje con el Salmo 71 que leemos hoy también: “Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan”.

Lo cierto es que esta visita y adoración de los magos representa la manifestación de Jesús a los pueblos gentiles (no judíos), incluyéndonos a nosotros. Esta manifestación y bendición de Dios a todos los pueblos, representa también el cumplimiento de la promesa de Yahvé a Abraham en el Antiguo Testamento: “por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra”. Esa promesa la recibimos nosotros a través de la persona de Cristo Jesús (Cfr. Mt 1,1-17), según nos dice san Pablo en la segunda lectura de hoy (Ef 3,2-3a.5-6): “…también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio”. Ut unum sint!

Los magos presentaron al Niño dones: oro que representa la realeza, incienso que representa la divinidad, y mirra que representa la humanidad. Hoy Dios se nos manifiesta; es para nosotros como una segunda Navidad. De hecho, en algunas Iglesias Orientales hoy se celebra la Navidad. Ahora el Niño pertenece al mundo, a toda la humanidad; ha rebasado el ámbito del pesebre, de Israel. Nosotros, ¿qué le vamos a ofrecer como don? Lo único que Él espera como regalo es a nosotros mismos, nuestra fidelidad y nuestro amor hacia Él en la persona de nuestros hermanos.

Te propongo algo: Dale un abrazo, aunque sea virtual, a la primera persona que veas después de leer esta reflexión. Estarás abrazando al niño Dios…

LA NAVIDADES EN PUERTO RICO, LAS MÁS LARGAS DEL MUNDO

Dentro de tres días celebraremos la Solemnidad de la Epifanía del Señor, conocida en Puerto Rico como el día de los Tres Santos Reyes Magos, para luego dar comienzo a esa tradición tan Puertorriqueña que llamamos las “Octavitas”. Hace unos años, buscando en la internet el origen de esa tradición tan nuestra, me topé con esta explicación que es la más completa que he encontrado. La comparto nuevamente con ustedes.

El 14 de enero se acaban oficialmente las Navidades en Puerto Rico. Nos jactamos de ser la nación que tiene el periodo navideño más largo del mundo. Éstas comienzan el último jueves de noviembre y duran hasta el 14 de enero. 45 días, o sea, un mes y medio de duración. En Puerto Rico (como en toda Iberoamérica) se celebra cada 6 de enero el Día de los Tres Santos Reyes Magos, pero al otro día comienza una temporada que conocemos como las Octavitas, que “estiran” las celebraciones ocho días más. Muchas personas, empresas y negocios celebran sus fiestas en estos días.

Si usted como un boricua del siglo XXI considera que esos días son de alargar las Navidades demasiado, no conoce o recuerda cómo la celebraban nuestros abuelos y demás antepasados. Ellos sí que las estiraban. Después del Día de Reyes no comenzaban para ellos las Octavitas, eso era después; primero eran las Octavas… ¿Qué es eso de Octavas? Lee bien.

En las tradiciones de aquellas épocas se le asignaba un día a cada Rey Mago: el 6 de enero se honraba al rey Gaspar; el 7 de enero al rey Melchor y el 8 de enero le tocaba el turno al rey Baltasar. El día 9 de enero honraban unos personajes femeninos conocidos como las Tres Marías y ese mismo día comenzaban las celebraciones de lo que ellos llamaban las Octavas. Todos los vecinos continuaban reyando y organizando diversos festejos propios de la temporada navideña. Estas fiestas se describían muy bien en sus cantos:

“Se fueron los Reyes, con mucha alegría y viene la Octava a los nueve días”.

Claramente establecen al ritmo de la música que las Octavas comenzaban el día 9 y se extendían hasta el día 16 de enero.

“Se fueron los Reyes vienen las Octavas; Dios nos dé salud para celebrarlas”.

La gente pedía salud para continuar fiestando y en estas celebraciones no escatimaban en gastos, hasta quedarse “pelaos”.

“Se fueron los Reyes y vino la Octava se quedó la gente más pobre que estaba”.

Por si fuera poco, el 17 de enero era entonces cuando comenzaban lo que conocemos como las Octavitas, que se extendían hasta el 24 del primer mes del año. Los más fiesteros la “alargaban” hasta lo que se conocía como la “media raja” o sea, la víspera del miércoles de ceniza.

Todo el jolgorio se acababa con la llegada de la Cuaresma, durante ese periodo cristiano que se extiende por 40 días no había música, bailes ni fiestas. Para lograr esto, les quitaban las cuerdas a los cuatros, tiples, guitarras y se procedía a colgarlas en la pared hasta que llegara la Fiesta de la Resurrección del Cristo.

 Mi gente, no hay dudas, en el tema de grandes celebraciones y fiestas navideñas tenemos que quitarnos el sombrero y tratar a nuestros abuelos de “usted y tenga”. ¡Qué rico es ser boricua!

Fuentes: http:–www.primerahora.com/XStatic/prime…, según citado en http://espanol.answers.yahoo.com/question/index?qid=20100102170505AAOX3RA

REFLEXIÓN PARA LA SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR 06-01-21

Hoy celebramos en Puerto Rico la solemnidad de la Epifanía del Señor. Epifanía significa “manifestación”. La Iglesia reconoce tres epifanías importantes: La Epifanía ante los Reyes Magos (que celebramos hoy), la Epifanía a Juan el Bautista en el Río Jordán cuando Jesús fue bautizado, y la Epifanía a sus discípulos en las Bodas de Caná. No obstante, cuando hablamos de Epifanía, siempre pensamos en la primera, que se celebra todos los años el 6 de enero.

Aunque en Puerto Rico la solemnidad se conoce con el nombre de los Tres Santos Reyes, el relato de Mateo (2,1-12), ni dice que eran tres, ni que eran reyes. Tampoco dice que llegaron en camellos. El número de tres se ha desarrollado en la tradición basado en los presentes que le presentaron al Niño: oro, incienso y mirra. El número de tres también se recoge en los evangelios apócrifos, al igual que sus nombres. El Evangelio armenio de la infancia de Jesús (5,10) nos dice: “Y los reyes de los magos eran tres hermanos: Melkon (Melchor), el primero, que reinaba sobre los persas; después Baltasar, que reinaba sobre los indios, y el tercero Gaspar, que tenía en posesión el país de los árabes”.

Lo de los camellos, también producto de la tradición, se basa probablemente en el pasaje del libro de Isaías (60,1-6) que la liturgia nos propone para hoy, que en el versículo 6 nos dice: “Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor”. La realeza de los visitantes probablemente se incorpora a la tradición al combinar este pasaje con el Salmo 71 que leemos hoy también: “Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan”.

Lo cierto es que esta visita y adoración de los magos representa la manifestación de Jesús a los pueblos gentiles (no judíos), incluyéndonos a nosotros. Esta manifestación y bendición de Dios a todos los pueblos, representa también el cumplimiento de la promesa de Yahvé a Abraham en el Antiguo Testamento: “por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra”. Esa promesa la recibimos nosotros a través de la persona de Cristo Jesús (Cfr. Mt 1,1-17), según nos dice san Pablo en la segunda lectura de hoy (Ef 3,2-3a.5-6): “…también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio”. Ut unum sint!

Los magos presentaron al Niño dones: oro que representa la realeza, incienso que representa la divinidad, y mirra que representa la humanidad. Hoy Dios se nos manifiesta; es para nosotros como una segunda Navidad. De hecho, en algunas Iglesias Orientales hoy se celebra la Navidad. Ahora el Niño pertenece al mundo, a toda la humanidad; ha rebasado el ámbito del pesebre, de Israel. Nosotros, ¿qué le vamos a ofrecer como don? Lo único que Él espera como regalo es a nosotros mismos, nuestra fidelidad y nuestro amor hacia Él en la persona de nuestros hermanos.

Te propongo algo: Dale un abrazo, aunque sea virtual, a la primera persona que veas después de leer esta reflexión. Estarás abrazando al niño Dios…

REFLEXIÓN PARA LA SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR 06-01-20

“…también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio”. Ut unum sint!

Hoy celebramos en Puerto Rico la solemnidad de la Epifanía del Señor. Epifanía significa “manifestación”. La Iglesia reconoce tres epifanías importantes: La Epifanía ante los Reyes Magos (que celebramos hoy), la Epifanía a Juan el Bautista en el Río Jordán cuando Jesús fue bautizado, y la Epifanía a sus discípulos en las Bodas de Caná. No obstante, cuando hablamos de Epifanía, siempre pensamos en la primera, que se celebra todos los años el 6 de enero.

Aunque en Puerto Rico la solemnidad se conoce con el nombre de los Tres Santos Reyes, el relato de Mateo (2,1-12), ni dice que eran tres, ni que eran reyes. Tampoco dice que llegaron en camellos. El número de tres se ha desarrollado en la tradición basado en los presentes que le presentaron al Niño: oro, incienso y mirra. El número de tres también se recoge en los evangelios apócrifos, al igual que sus nombres. El Evangelio armenio de la infancia de Jesús (5,10) nos dice: “Y los reyes de los magos eran tres hermanos: Melkon (Melchor), el primero, que reinaba sobre los persas; después Baltasar, que reinaba sobre los indios, y el tercero Gaspar, que tenía en posesión el país de los árabes”.

Lo de los camellos, también producto de la tradición, se basa probablemente en el pasaje del libro de Isaías (60,1-6) que la liturgia nos propone para hoy, que en el versículo 6 nos dice: “Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor”. La realeza de los visitantes probablemente se incorpora a la tradición al combinar este pasaje con el Salmo 71 que leemos hoy también: “Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan”.

Lo cierto es que esta visita y adoración de los magos representa la manifestación de Jesús a los pueblos gentiles (no judíos), incluyéndonos a nosotros. Esta manifestación y bendición de Dios a todos los pueblos, representa también el cumplimiento de la promesa de Yahvé a Abraham en el Antiguo Testamento: “por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra”. Esa promesa la recibimos nosotros a través de la persona de Cristo Jesús (Cfr. Mt 1,1-17), según nos dice san Pablo en la segunda lectura de hoy (Ef 3,2-3a.5-6): “…también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio”. Ut unum sint!

Los magos presentaron al Niño dones: oro que representa la realeza, incienso que representa la divinidad, y mirra que representa la humanidad. Hoy Dios se nos manifiesta; es para nosotros como una segunda Navidad. De hecho, en algunas Iglesias Orientales hoy se celebra la Navidad. Ahora el Niño pertenece al mundo, a toda la humanidad; ha rebasado el ámbito del pesebre, de Israel. Nosotros, ¿qué le vamos a ofrecer como don? Lo único que Él espera como regalo es a nosotros mismos, nuestra fidelidad y nuestro amor hacia Él en la persona de nuestros hermanos.

Te propongo algo: Dale un abrazo a la primera persona que veas después de leer esta reflexión. Estarás abrazando al niño Dios…

REFLEXIÓN PARA LA SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR 06-01-19

Hoy celebramos en Puerto Rico la solemnidad de la Epifanía del Señor. Epifanía significa “manifestación”. La Iglesia reconoce tres epifanías importantes: La Epifanía ante los Reyes Magos (que celebramos hoy), la Epifanía a Juan el Bautista en el Río Jordán cuando Jesús fue bautizado, y la Epifanía a sus discípulos en las Bodas de Caná. No obstante, cuando hablamos de Epifanía, siempre pensamos en la primera, que se celebra todos los años el 6 de enero.

Aunque en Puerto Rico la solemnidad se conoce con el nombre de los Tres Santos Reyes, el relato de Mateo (2,1-12), ni dice que eran tres, ni que eran reyes. Tampoco dice que llegaron en camellos. El número de tres se ha desarrollado en la tradición basado en los presentes que le presentaron al Niño: oro, incienso y mirra. El número de tres también se recoge en los evangelios apócrifos, al igual que sus nombres. El Evangelio armenio de la infancia de Jesús (5,10) nos dice: “Y los reyes de los magos eran tres hermanos: Melkon (Melchor), el primero, que reinaba sobre los persas; después Baltasar, que reinaba sobre los indios, y el tercero Gaspar, que tenía en posesión el país de los árabes”.

Lo de los camellos, también producto de la tradición, se basa probablemente en el pasaje del libro de Isaías (60,1-6) que la liturgia nos propone para hoy, que en el versículo 6 nos dice: “Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor”. La realeza de los visitantes probablemente se incorpora a la tradición al combinar este pasaje con el Salmo 71 que leemos hoy también: “Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan”.

Lo cierto es que esta visita y adoración de los magos representa la manifestación de Jesús a los pueblos gentiles (no judíos), incluyéndonos a nosotros. Esta manifestación y bendición de Dios a todos los pueblos, representa también el cumplimiento de la promesa de Yahvé a Abraham en el Antiguo Testamento: “por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra”. Esa promesa la recibimos nosotros a través de la persona de Cristo Jesús (Cfr. Mt 1,1-17), según nos dice san Pablo en la segunda lectura de hoy (Ef 3,2-3a.5-6): “…también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio”. Ut unum sint!

Los magos presentaron al Niño dones: oro que representa la realeza, incienso que representa la divinidad, y mirra que representa la humanidad. Hoy Dios se nos manifiesta; es para nosotros como una segunda Navidad. De hecho, en las Iglesias Orientales hoy se celebra la Navidad. Ahora el Niño pertenece al mundo, a toda la humanidad; ha rebasado el ámbito del pesebre, de Israel. Nosotros, ¿qué le vamos a ofrecer como don? Lo único que Él espera como regalo es a nosotros mismos, nuestra fidelidad y nuestro amor hacia Él en la persona de nuestros hermanos.

Te propongo algo: Dale un abrazo a la primera persona que veas después de leer esta reflexión. Estarás abrazando al niño Dios…

Octavas y Octavitas, una tradición puertorriqueña

Ocatvitas
Nos encontramos en el comienzo de esa tradición que llamamos las “Octavitas”. Hace un par de años, buscando en la internet el origen de esa tradición tan puertorriqueña, me topé con esta explicación que es la más completa que he encontrado. La comparto nuevamente con ustedes.

 

El 14 de enero se acaban oficialmente las Navidades en Puerto Rico. Nos jactamos de ser la nación que tiene el periodo navideño más largo del mundo. Éstas comienzan el último jueves de noviembre y duran hasta el 14 de enero. 45 días, o sea, un mes y medio de duración. En Puerto Rico (como en toda Iberoamérica) se celebra cada 6 de enero el Día de los Tres Santos Reyes Magos, pero al otro día comienza una temporada que conocemos como las Octavitas, que “estiran” las celebraciones ocho días más. Muchas personas, empresas y negocios celebran sus fiestas en estos días.

Si usted como un boricua del siglo XXI considera que esos días son de alargar las Navidades demasiado, no conoce o recuerda cómo la celebraban nuestros abuelos y demás antepasados. Ellos sí que las estiraban. Después del Día de Reyes no comenzaban para ellos las Octavitas, eso era después; primero eran las Octavas… ¿Qué es eso de Octavas? Lee bien.

En las tradiciones de aquellas épocas se le asignaba un día a cada Rey Mago: el 6 de enero se honraba al rey Gaspar; el 7 de enero al rey Melchor y el 8 de enero le tocaba el turno al rey Baltasar. El día 9 de enero honraban unos personajes femeninos conocidos como las Tres Marías y ese mismo día comenzaban las celebraciones de lo que ellos llamaban las Octavas. Todos los vecinos continuaban reyando y organizando diversos festejos propios de la temporada navideña. Estas fiestas se describían muy bien en sus cantos:

“Se fueron los Reyes, con mucha alegría y viene la Octava a los nueve días”.

Claramente establecen al ritmo de la música que las Octavas comenzaban el día 9 y se extendían hasta el día 16 de enero.

“Se fueron los Reyes vienen las Octavas; Dios nos dé salud para celebrarlas”.

La gente pedía salud para continuar fiestando y en estas celebraciones no escatimaban en gastos, hasta quedarse “pelaos”.

“Se fueron los Reyes y vino la Octava se quedó la gente más pobre que estaba”.

Por si fuera poco, el 17 de enero era entonces cuando comenzaban lo que conocemos como las Octavitas, que se extendían hasta el 24 del primer mes del año. Los más fiesteros la “alargaban” hasta lo que se conocía como la “media raja” o sea, la víspera del miércoles de ceniza.

Todo el jolgorio se acababa con la llegada de la Cuaresma, durante ese periodo cristiano que se extiende por 40 días no había música, bailes ni fiestas. Para lograr esto, les quitaban las cuerdas a los cuatros, tiples, guitarras y se procedía a colgarlas en la pared hasta que llegara la llamada Fiesta de la Resurrección del Cristo.

 Mi gente, no hay dudas, en el tema de grandes celebraciones y fiestas navideñas tenemos que quitarnos el sombrero y tratar a nuestros abuelos de “usted y tenga”. ¡Qué rico es ser boricua!

Fuentes: http:–www.primerahora.com/XStatic/prime…, según citado en http://espanol.answers.yahoo.com/question/index?qid=20100102170505AAOX3RA

REFLEXIÓN PARA LA SOLEMNIDAD DE EPIFANÍA DEL SEÑOR 06-01-17

 

Hoy celebramos en Puerto Rico la solemnidad de la Epifanía del Señor. Epifanía significa “manifestación”. La Iglesia reconoce tres epifanías importantes: La Epifanía ante los Reyes Magos (que celebramos hoy), la Epifanía a Juan el Bautista en el Río Jordán cuando Jesús fue bautizado, y la Epifanía a sus discípulos en las Bodas de Caná. No obstante, cuando hablamos de Epifanía, siempre pensamos en la primera, que se celebra todos los años el 6 de enero.

Aunque en Puerto Rico la solemnidad se conoce con el nombre de los Tres Santos Reyes, el relato de Mateo (2,1-12), ni dice que eran tres, ni que eran reyes. Tampoco dice que llegaron en camellos. El número de tres se ha desarrollado en la tradición basado en los presentes que le presentaron al Niño: oro, incienso y mirra. El número de tres también se recoge en los evangelios apócrifos, al igual que sus nombres. El Evangelio armenio de la infancia de Jesús (5,10) nos dice: “Y los reyes de los magos eran tres hermanos: Melkon (Melchor), el primero, que reinaba sobre los persas; después Baltasar, que reinaba sobre los indios, y el tercero Gaspar, que tenía en posesión el país de los árabes”.

Lo de los camellos, también producto de la tradición, se basa probablemente en el pasaje del libro de Isaías (60,1-6) que la liturgia nos propone para hoy, que en el versículo 6 nos dice: “Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor”. La realeza de los visitantes probablemente se incorpora a la tradición al combinar este pasaje con el Salmo 71 que leemos hoy también: “Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan”.

Lo cierto es que esta visita y adoración de los magos representa la manifestación de Jesús a los pueblos gentiles (no judíos), incluyéndonos a nosotros. Esta manifestación y bendición de Dios a todos los pueblos, representa también el cumplimiento de la promesa de Yahvé a Abraham en el Antiguo Testamento: “por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra”. Esa promesa la recibimos nosotros a través de la persona de Cristo Jesús (Cfr. Mt 1,1-17), según nos dice san Pablo en la segunda lectura de hoy (Ef 3,2-3a.5-6): “…también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio”. Ut unum sint!

Los magos presentaron al Niño dones: oro que representa la realeza, incienso que representa la divinidad, y mirra que representa la humanidad. Hoy Dios se nos manifiesta; es para nosotros como una segunda Navidad. De hecho, en las Iglesias Orientales hoy se celebra la Navidad. Ahora el Niño pertenece al mundo, a toda la humanidad; ha rebasado el ámbito del pesebre, de Israel. Nosotros, ¿qué le vamos a ofrecer como don? Lo único que Él espera como regalo es a nosotros mismos, nuestra fidelidad y nuestro amor hacia Él en la persona de nuestros hermanos.

Te propongo algo: Dale un abrazo a la primera persona que veas después de leer esta reflexión. Estarás abrazando al niño Dios…