REFLEXIÓN PARA EL VIERNES SANTO 29-03-13

Viernes-Santo-recuerda-muerte-

Hoy es el único día del año en que no se celebra la Santa Misa. En su lugar, a la “hora nona” (las tres de la tarde), se celebra la Pasión del Señor con la Liturgia de la Palabra y la Adoración de la Cruz. Luego de la Adoración de la Santa Cruz, se distribuye la comunión con el pan consagrado el día anterior durante la Misa de la Cena del Señor. Es día de ayuno y abstinencia. También en este día se meditan las “siete palabras” de Jesús en la cruz. El propósito es recordar la crucifixión de Jesús y acompañarlo en su sufrimiento.

La Liturgia de la Palabra para este día consta de la lectura del cuarto “Cántico del Siervo de Yahvé” (Is 52,13-53,12) – profecía del Mesías en su Misterio Pascual, el Salmo 30 (2.6.12-13.15-16.17.25) – con la invocación de Jesús en la cruz: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”, el pasaje de la Carta a los Hebreos donde se proclama el sentido sacerdotal de la vida de Jesús y especialmente en la Pasión (Hb 4,14-16;5,7-9) y, finalmente, el relato de esta según san Juan (18,1–19,42).

La primera lectura, que a mí siempre me conmueve, no solo profetiza, sino que explica el verdadero sentido de la Pasión redentora de Jesús: “Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino?… El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación… Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores”.

Y todo fue por amor…

El salmo nos presenta la última de las siete palabras de Jesús en la cruz: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. En la sexta palabra Jesús anuncia al Padre que la misión que Él le había encomendado estaba cumplida (Jn 19,30). Ahora reclina la cabeza sobre su pecho y, estando ya próximo el sábado, llegó la hora de descansar, como lo hizo el Padre al concluir la creación (Cfr. Gn 1,31.2,2).

No sé exactamente qué pasaría por su mente en esos momentos, pero prefiero creer que su último pensamiento humano fue para su Madre bendita. Eso le hizo recordar aquellas palabras que había aprendido de niño en el regazo de su Madre, las palabras con que todos los niños judíos encomendaban su alma a Dios al acostarse: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.

Señor, ayúdame a comprender y apreciar el sacrificio supremo de la cruz, ofrecido por Ti inmerecidamente para nuestra salvación. Amén.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO DURANTE LA SANTA MISA CRISMAL 2013

Homilía SS Francisco Misa Crismal 2013

¡ESTO ES LO QUE OS PIDO: QUE SEÁIS PASTORES CON EL OLOR DE LA OVEJA! Y QUE ASÍ SE PERCIBA.

“El Señor lo dice claramente: su unción es para los pobres, para los cautivos, para los enfermos, para los que están tristes y solos. La unción no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite … y amargo el corazón”.

Para leer el texto íntegro de la homilía ofecida por SS Francisco durante la Santa Misa Crismal celebrada en la Basílica Vaticana hoy jueves 28 de marzo de 2013, puedes pulsar el enlace que aparece a continuación:

http://www.franciscumi.com.ar/Fe/Semana.Santa.2013-3-.htm

También les invito a ver el video de la homilía:

REFLEXIÓN PARA EL JUEVES SANTO 28-03-13

Papa Francisco

La liturgia para el Jueves Santo es un verdadero festín. Hoy celebramos la institución de la Eucaristía (que quiere decir “acción de gracias”). Es el comienzo del Triduo Pascual. A pesar de estar tan cercanos a la Pasión, estamos de fiesta; por eso los ornamentos litúrgicos son blancos.

Las primeras lecturas tratan más directamente el tema de la Eucaristía, mientras el pasaje evangélico nos presenta un episodio relacionado: el lavatorio de los pies.

La primera lectura, tomada del libro del Éxodo (12,1-8.11-14), hace memoria del hecho liberador más importante en la historia del pueblo de Israel, su liberación de la esclavitud en Egipto. La primera Pascua, y la celebración de la primera cena pascual, signo de la Alianza entre Dios y su pueblo a través de la persona de Moisés. Ese hecho liberador se convirtió en “memorial” (“zikkaron”) para los judíos. Por eso, al celebrar la Pascua, cada judío se considera que él mismo (no sus antepasados) fue liberado de la esclavitud en Egipto.

La segunda lectura nos presenta la mejor narración de la institución de la Eucaristía que encontramos en el Nuevo Testamento, curiosamente por alguien que no estuvo allí, pero que la recibió por la Tradición: el apóstol san Pablo (1 Cor 11,23-26). Esa institución se dio precisamente durante la cena de Pascua que Jesús compartía con sus discípulos. Y en medio de esa celebración, Jesús se ofrece a sí mismo como signo de la Alianza nueva y eterna, y al ofrecer el pan y el vino pronunciando la acción de gracias, instituye la cena como “zikkaron” (memorial) de su Pasión: “Haced esto en memoria mía”.

La lectura evangélica, tomada del evangelio según san Juan (13, 1-15), contiene una de las frases más hermosas y profundas del Nuevo Testamento, y que le da sentido al Triduo Pascual que estamos comenzando: “sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Tanto nos amó que no quiso separarse de nosotros. Por el contrario, quiso quedarse con nosotros en todo su cuerpo, sangre, alma y divinidad, bajo las especies eucarísticas de pan y vino. Nos amó hasta el extremo, nos amó con pasión…

Este pasaje nos narra, como dijimos, el lavatorio de pies, que ocurre justo antes de la cena pascual. Todos conocemos el episodio. Lo importante es lo que Jesús les dice al terminar de lavarles los pies: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis ‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”.

Él estaba a punto de marcharse, pero quería “sentar la tónica” del comportamiento que sus discípulos debían seguir. Podríamos desarrollar toda una catequesis sobre el significado de este gesto de Jesús, pero el Espíritu Santo nos ha regalado un nuevo Pastor en la persona del papa Francisco, que encarna ese mensaje de humildad y servicio. Les invito a mirarlo e imitarlo. Nuestra Iglesia está comenzando una nueva era, y nos ha tocado la gracia de ser testigos.

¡EL PAPA FRANCISCO NO CESA DE SORPRENDERNOS!

portero del periodico papa Francisco

Alrededor de la 1:30 p.m., Daniel del Regno, hijo del dueño del quiosco, contestó el teléfono y escuchó el siguiente saludo “hola, Daniel, habla el Cardenal Jorge”. Pensando que se trataba de una broma de un amigo, que sabía que el antes Arzobispo de Buenos Aires compraba ahí su periódico, contestó “dale, Mariano, no seas boludo”.

“En serio, soy Jorge Bergoglio, te estoy llamando desde Roma”, insistió la voz. Entonces, Daniel se echó a llorar de la emoción.

En declaraciones al diario argentino La Nación, Daniel del Regno confesó que “entré en shock, me puse a llorar, no sabía qué decirle”. “Me agradeció por el tiempo en el que le acercamos el diario y me mandó un saludo para la familia”, recordó.

Daniel señaló que habló con el Papa sobre “un detalle, que fue que hace un mes, cuando partió, sabíamos del viaje. Las palabras que le dije fueron: ‘Jorge, ¿vas a agarrar la batuta?’, y él contestó: ‘Eso es un fierro caliente, nos vemos en 20 días, vos seguí tirando el diario’. Y bueno, después…. Es historia conocida”.

“Le dije que se cuidara, que lo iba extrañar, que le mandaba un beso grande y le pregunté si existía la posibilidad de verlo de vuelta alguna vez. Me dijo que de acá a un tiempo eso va a ser muy complicado, pero que siempre iba a estar presente”, dijo.

Al concluir la conversación telefónica, el Papa le pidió que rezara por él.

El padre de Daniel, Luis del Regno, señaló que le dejaban el periódico en su vivienda de lunes a sábado, y los domingos, el ahora Papa Francisco, “a las 5:30 pasaba por el quiosco, compraba La Nación, charlaba unos diez minutos y se tomaba el colectivo 28 para ir a Lugano a dar mate cocido a chicos, a gente enferma”.

Entre las “miles de anécdotas” que asegura guardar, Luis del Regno recordó que “le tiraba La Nación con una bandita, para que no se desarmara cuando había viento o lluvia. A fin de mes me traía todas las banditas del mes, ¡las 30!”.

Luis asegura que se le pone “la piel de gallina” al recordar la sencillez del Papa Francisco.

“En junio bautizó a mi nieto, fue una emoción impresionante. Y ayer llamó a mi hijo al quiosco, desde Roma, para saludar y para decirle que no lleváramos más el diario porque no iba a estar más. Es algo imborrable en mi vida: yo sé lo que es, un tipo único”, aseguró.

PRIMERA AUDIENCIA GENERAL DE FRANCISCO: SEGUIR A JESÚS ES APRENDER A SALIR DE NOSOTROS MISMOS

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Ciudad del Vaticano, 27 marzo 2013 (VIS).- “Me  alegra acogeros en esta, que es mi primera audiencia general”, ha dicho  el Papa Francisco a los miles de fieles que llenaban la Plaza de San Pedro  para participar en la primera catequesis del Obispo de Roma. “Con  gratitud y veneración – ha proseguido- recojo el “testigo” de las manos de mi amado predecesor, el Papa Benedicto XVI. Después de  la Pascua reanudaremos la catequesis del Año de la fe. Hoy me quiero centrar en la Semana Santa. Con el Domingo de Ramos comenzamos esta semana –  el centro de todo el año litúrgico – en la que  acompañamos a Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección”

“Pero -se ha preguntado el Papa- ¿Qué quiere decir para nosotros vivir la Semana Santa? y “¿Qué significa seguir a Jesús en su camino en el Calvario hacia la Cruz y la Resurrección?”. “En su  misión terrenal Jesús recorrió los caminos de Tierra Santa; llamó a doce personas sencillas para que permanecieran con él, compartiesen su camino y continuasen su misión (…);  habló a todos, sin distinción, a los grandes y los pequeños… a los poderosos y los débiles; trajo la misericordia y el perdón de Dios; curó, consoló,  comprendió; dio esperanza. Trajo a todos la presencia de Dios que se interesa por cada hombre y mujer, como hacen un buen padre y una buena madre por cada uno de sus hijos”.

“Dios -ha subrayado Francisco- no esperó a que fuéramos a Él, fue Él quien vino hacia nosotros(…). Jesús vivió la realidad cotidiana de la gente común (…) lloró cuando vio cómo sufrían Marta y María por la muerte de su hermano Lázaro (…), vivió también la traición de un amigo. En Cristo, Dios nos ha dado la seguridad de que él está con nosotros, en medio de nosotros… Jesús no tiene casa porque su casa es la gente: somos nosotros; su misión es abrir a todos las puertas de Dios, ser la  presencia amorosa de Dios”.

En Semana Santa vivimos “la cumbre … de este plan de amor que corre a través de toda la historia de la relación entre Dios y la humanidad. Jesús entra en Jerusalén para dar el paso final, que resume toda su existencia: se entrega totalmente, no conserva nada para sí mismo, ni siquiera su vida. En la Última Cena, con sus amigos, comparte el pan y distribuye el cáliz “para nosotros”. El Hijo de Dios se ofrece a nosotros, pone en nuestras manos su Cuerpo y su Sangre para estar con nosotros siempre … Y en el huerto de los Olivos, al igual que en el juicio ante Pilatos, no opone resistencia: se entrega”.

Ahora bien “Jesús no vive este amor que lleva al sacrificio pasivamente o como un destino fatal, y desde luego no oculta su profunda turbación humana ante la muerte violenta, pero se entrega con plena confianza al Padre (…) para demostrar su amor por nosotros. Cada uno puede decir: Jesús me ha amado y se ha entregado por mí: por mí”.

“¿Qué significa todo esto para nosotros? Significa que este camino es el mío, el tuyo y el nuestro. Vivir la Semana Santa, según Jesús, no sólo con un  corazón emocionado, es aprender a salir de nosotros mismos (..) para salir al encuentro de los demás, para ir a las afueras de la existencia; ser los primeros en movernos hacia nuestro hermanos y hermanas, especialmente los que están lejos, los que han sido olvidados, los que están más necesitados de comprensión, consuelo y ayuda”.

Vivir la Semana Santa es “entrar cada vez más en la lógica de Dios, en la lógica de la Cruz, que no es en primer lugar la del dolor y la muerte, sino la del amor y de la entrega que da vida. Es entrar en la lógica del Evangelio. Seguir a Cristo, acompañarlo, permanecer con él requiere un “salir” de nosotros mismos, de una manera rutinaria de vivir la fe; de la tentación de encerrarse en unos esquemas que terminan cerrando el horizonte a la acción creadora de Dios. Dios salió de sí mismo para venir en medio de nosotros (…) para traer la  misericordia (…) que salva y da esperanza. Incluso si queremos seguirlo y  permanecer con él, no hay que contentarse con permanecer en el recinto de las noventa y nueve,ovejas tenemos que “salir” para buscar con Él él la oveja perdida, la más lejana”.

“A menudo – ha observado – nos conformamos con algunas oraciones, una misa dominical distraída y no constante, un acto de caridad, pero no tenemos el coraje de “salir” para llevar a Cristo. Somos un poco como San Pedro. Tan pronto como Jesús habla de la pasión, muerte y resurrección, de entrega, de amor a todos, el Apóstol le lleva aparte y lo reprende. Lo que Jesús dice altera sus planes, es inaceptable, pone en crisis la seguridad que él  había construido, su idea del Mesías. Y Jesús (…)  dirige a Pedro una de las más duras palabras del Evangelio: “Va detrás de mí, Satanás! Porque tu no piensas como Dios, sino como los hombres. Dios piensa con misericordia … como un padre que espera el regreso de su hijo y va a su encuentro, lo ve venir cuando  todavía está muy lejos … …señal de que lo esperaba todos los días en la terraza de su casa… Dios piensa como el  samaritano que no pasa al lado del desgraciado compaciéndolo, sino  socorriéndolo sin pedir nada a cambio, sin preguntar si era  judío, samaritano, rico o pobre”,

“La Semana Santa -ha concluido Francisco- es un tiempo de gracia que el Señor nos da para abrir las puertas de nuestros corazones, de nuestra vida, de nuestras parroquias, de los movimientos, de las asociaciones, y “salir” al encuentro de los demás, acercarnos a ellos para llevar la luz y la alegría de  nuestra fe. ¡Salir siempre con el amor y la ternura de Dios”.

Después de la catequesis y de los resúmenes en las diversas lenguas a cargo de los lectores, el Papa saludó a todos y, hablando en italiano se dirigió,entre otros, a los universitarios que participan en el encuentro internacional promovido por la Prelatura del Opus Dei, dándoles las gracias por sus oraciones y afecto al Papa. “Con vuestra presencia en el mundo universitario  -dijo- cada uno de vosotros realice lo que deseaba San Josemaría Escrivá: “Es, en medio de las cosas más materiales de la tierra, donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los  hombres”.

REFLEXIÓN PARA EL MIÉRCOLES SANTO 27-03-13

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Ya estamos en el umbral de la Pasión. Es Miércoles Santo. Mañana celebraremos la Misa vespertina “en la cena del Señor”, y pasado mañana será el Viernes Santo. El pasaje evangélico que nos presenta la liturgia para hoy es precisamente la preparación de la cena, y la versión de Mateo de la traición de Judas (Mt 26,14-25). Pero el énfasis parece estar en la traición de Judas, pues comienza y termina con esta. Los preparativos y la cena parecen ser un telón de fondo para el drama de traición.

La lectura comienza así: “En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, se presentó a los sumos sacerdotes y les propuso: ‘¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?’ Ellos se ajustaron con él en treinta monedas (Mateo es el único que menciona la cantidad acordada de “treinta monedas” Marcos y Lucas solo mencionan “dinero”). Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo”.

La trama de la traición continúa desarrollándose durante la cena: “Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar”. Luego sigue un intercambio entre Jesús y sus discípulos, que culmina con Judas preguntando: “¿Soy yo acaso, Señor?”, a lo que Jesús respondió: “Tú lo has dicho”. Esto ocurría justo antes de la institución de la Eucaristía.

Siempre que escucho la historia de la traición de Judas, recuerdo mis días de infancia y adolescencia cuando en mi pueblo natal se celebraba la quema de una réplica de Judas. Era como si emprendiéndola contra Judas, el pueblo entero tratara de echarle a este toda la culpa por la muerte de Jesús; como si dijéramos: “Si yo hubiese estado allí, no lo hubiese permitido”.

La realidad es que la traición de Judas fue el último evento de una conspiración de los poderes ideológico-religiosos de su tiempo, que llevaban tiempo planificando la muerte de Jesús. La suerte de Jesús estaba echada. Judas fue un hombre débil de carácter que sucumbió ante la tentación y se convirtió en un “tonto útil” en manos de los poderosos.

Es fácil echarle culpa a otro; eso nos hace sentir bien, nos justifica. Pero se nos olvida que Jesús murió por los pecados de toda la humanidad, cometidos y por cometer. Eso nos incluye a todos, sin excepción. Todos apuntamos el dedo acusador contra Judas, pero, ¿y qué de Pedro? ¿Acaso no traicionó también a Jesús? ¡Ah, pero Pedro se arrepintió y siguió dirigiendo la Iglesia, mientras Judas se ahorcó! Esta aseveración suscita tres preguntas, que cada cual debe contestarse: ¿Creen ustedes que Dios dejó de amar a Judas a raíz de la traición? ¿Existe la posibilidad de que Judas se haya arrepentido en el último instante de su vida? De ser así, ¿puede Dios haberle perdonado?

¿Y qué de los demás discípulos, quienes a la hora de la verdad le abandonaron, dejándolo solo en la cruz?

No pretendo justificar a Judas. Tan solo quiero recalcar que él no fue el único que traicionó a Jesús, ni será el último. ¿Quiénes somos nosotros para juzgarlo? Hoy debemos preguntarnos: ¿Cuántas veces te he traicionado, Señor? ¿Cuáles han sido mis “treinta monedas”?

VIVIR LA SEMANA SANTA

corona de espinas 3 150

Vivir la semana Santa es acompañar a Jesús desde la entrada a Jerusalén hasta la resurrección.

Vivir la semana Santa es descubrir qué pecados hay en mi vida y buscar el perdón generoso de Dios en el Sacramento de la Reconciliación.

Vivir la Semana Santa es afirmar que Cristo está presente en la eucaristía y recibirlo en la comunión.

Vivir la Semana Santa es aceptar decididamente que Jesús está presente también en cada ser humano que convive y se cruza con nosotros.

Vivir la Semana Santa es proponerse seguir junto a Jesús todos los días del año, practicando la oración, los sacramentos, la caridad.

Semana Santa, es la gran oportunidad para detenernos un poco. Para pensar en serio. Para preguntarse en qué se está gastando nuestra vida. Para darle un rumbo nuevo al trabajo y a la vida de cada día. Para abrirle el corazón a Dios, que sigue esperando. Para abrirle el corazón a los hermanos, especialmente a los más necesitados.

Semana Santa, es la gran oportunidad para morir con Cristo y resucitar con Cristo, para morir a nuestro egoísmo y resucitar al amor.

Tomado de: http://stereofe.jimdo.com/

 

REFLEXIÓN PARA EL MARTES SANTO 26-03-13

Continuando el camino hacia la Pasión, la Liturgia nos presenta hoy una lectura evangélica que abarca dos pasajes, el anuncio de la traición de Judas y el comienzo de la despedida de Jesús de sus apóstoles (Jn 13,21-33.36-38).

Comienza la lectura con una mención del estado emocional de Jesús: “Jesús, profundamente conmovido, dijo: ‘Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar’.” Según se va acercando la hora, la naturaleza humana de Jesús comienza a rebelarse. Nadie quiere morir. Jesús no es la excepción. Siente temor ante lo que le espera. Y ese miedo natural se ve agravado por la traición de un amigo. Sabe que uno de los suyos lo va a entregar; peor aún, lo va a vender. En los momentos de crisis, buscamos el apoyo de los amigos, y si esos amigos nos traicionan, ¿de dónde vendrá el consuelo humano? Trato de imaginar cómo se sentiría Jesús en esos momentos, y se me forma un nudo en el pecho.

A pesar de su temor y el dolor de la traición, Jesús sabe que está aquí para cumplir la voluntad del Padre. “Lo que tienes que hacer hazlo en seguida”. El tiempo apremia, la hora está cerca: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará”.

El dolor de la traición se ve agudizado por el conocimiento por parte de Jesús de la deslealtad y falta de valentía que mostrará aquél a quien había instituido cabeza de Su Iglesia (Cfr. Mt 16,18). “Pedro replicó: ‘Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti’. Jesús le contestó: ‘¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces’.”

Vemos a un Jesús plenamente humano. Negarlo sería negar el carácter totalizante de la encarnación. Vemos cómo, aunque Jesús a veces parece saber por adelantado lo que va a ocurrir, Él no controla los eventos. Él confía plenamente en el Padre, en quien pone toda su confianza. Acepta la voluntad del Padre y sigue adelante, con la certeza de que no le abandonará en la hora del sacrificio. El Padre le envió a cumplir una misión, anunciar la Buena Noticia del Reino, y Él la ha cumplido a cabalidad. Por eso con su último suspiro antes de expirar en la cruz podrá decir: “Todo está cumplido” (Jn 19,30).

En esta Semana Santa, meditemos esta lectura y preguntémonos: ¿Cuántas veces he traicionado a Jesús después que Él depositó su confianza en mí? ¿Cuántas veces le he negado, o me he sentido cohibido o avergonzado de profesar mi amistad con Él? Tratemos de imaginar por un momento cómo se siente Él cada vez que yo le fallo…

Poniéndonos ahora en Su lugar, cuando estoy en medio de la prueba, cuando el dolor de la traición y la incertidumbre me arropan, ¿confío plenamente en el Padre y me someto a Su voluntad después de haber hecho todo lo que está a mi alcance, o me rebelo y pretendo buscar soluciones humanas más compatibles con mis deseos?

La voluntad del Padre es solo una: nuestra salvación. Si nos sometemos a ella, Él nunca nos va a complacer en algo que pueda convertirse en un obstáculo para nuestra salvación.

INVITACIÓN A REFLEXIÓN DE SÁBADO SANTO

Hermanos:

Este sábado santo, 30 de marzo de 2013, a las 8:45 AM, estaremos ofreciendo una reflexión intitulada “La fe de Abraham y María”, en la Parroquia María Madre de la Misericordia, en Guaynabo.

¿Qué mejor manera de culminar nuestra preparación para la “Gran Noche”?
Les esperamos…

REFLEXION PARA EL LUNES SANTO 25-03-13

uncion betania

Luego de la entrada triunfal en Jerusalén que celebrábamos ayer, las lecturas de esta semana nos irán narrando la última semana de Jesús, y preparándonos para su Pascua. La lectura evangélica de hoy (Jn 12,1-11) nos ubica en tiempo: “seis días antes de la Pascua”; es decir, el lunes de la última semana de Jesús en la tierra.

Jesús sabe que está viviendo los últimos días de su humanidad y decide ir a pasar un rato agradable con sus amigos Lázaro, Marta y María, en el poblado de Betania, el lugar al que solía acudir cuando quería descansar. El autor enfatiza la proximidad de la Pascua, la presencia de Lázaro “a quien había resucitado de entre los muertos”, y el “perfume de nardo auténtico y costoso” con el que María, la hermana de Lázaro, le ungió los pies a Jesús. Este gesto de María es el que le da a este pasaje el nombre de la “unción en Betania”.

La lectura también nos presenta el ambiente. Un ambiente de fiesta: “Allí le ofrecieron una cena”. Por la forma en que Juan la describe, da la impresión de que no era una cena íntima con los amigos, se trataba de una fiesta en honor a Jesús, con muchos invitados. ¿Una fiesta de despedida, o una prefiguración de su gloriosa resurrección? No hay duda que todos querían verlo, pues estaban maravillados con los prodigios obrados por Jesús, especialmente por la revitalización de Lázaro. Esto se hace evidente por el comentario al final del pasaje de que muchos estaban allí, “no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos”.

El “perfume de nardo, auténtico y costoso” con el que María ungió los pies de Jesús y que hizo que la casa se llenara de su fragancia, nos presenta un marcado contraste con el mal olor que había en la tumba de Lázaro antes de que Jesús lo reviviera (Jn 11,39). Jesús es la resurrección y la vida.

Por otro lado, cuando Judas se quejó de que estuvieran desperdiciado un perfume tan caro en lugar de venderlo para repartir su importe entre los pobres, Jesús le dijo: “Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis”. Algunos ven en la expresión de que María tenía reservado el perfume para el día de la sepultura de Jesús, un anticipo de su cadáver no podría ser embalsamado el día de su entierro. La referencia a los pobres se refería a que, aunque se iba a separar físicamente de sus discípulos, permanecería siempre entre ellos, y entre nosotros, en la persona de estos, en el rostro de los pobres.

Mientras los sumos sacerdotes continuaban adelantado el complot para asesinar a Jesús, Él se mantiene en calma, disfruta de sus últimos momentos con sus amigos, y se dispone regresar al día siguiente a Jerusalén para culminar su misión.

Señor, permíteme acompañarte durante los eventos de esta semana, abrir mi corazón al beneficio de tu pasión redentora, y celebrar tu gloriosa resurrección.