REFLEXIÓN PARA EL PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO (B) 30-11-14

adviento 1ra semana

Recientemente publicamos en este blog un corto mensaje sobre la Liturgia del Adviento. Allí señalábamos que las lecturas para el primer domingo de Adviento nos remiten a la espera de segunda venida del Señor, la parusía. Por eso las lecturas nos exhortan a estar vigilantes.

De ahí que la palabra clave para este primer domingo de Adviento es VIGILANCIA. Por eso, tanto las lecturas como la predicación son una invitación que se resume en las palabras con las que comienza el Evangelio para hoy (Mc 13,33-37): “Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento”. Esta semana encenderemos la primera vela de la corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia.

La primera lectura, tomada del profeta Isaías (63,16b-17.19b;64,2b-7), llamado el profeta del Adviento, nos recuerda que nunca es tarde para comenzar a prepararnos para esa “segunda venida” del Señor que se dará en el momento menos pensado (Cfr. Mt 24,36). Tan solo tenemos que entregarnos en sus manos: “Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano”.

En la segunda lectura, que contiene el saludo y acción de gracias al comienzo de la primera carta del san Pablo a los Corintios (1,3-9), el apóstol nos recuerda que es por la gracia que hemos recibido de Dios que podemos mantenernos vigilantes y firmes hasta esa segunda venida: “Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro”.

En el Evangelio Jesús utiliza la parábola del hombre que se fue de viaje (Jesús hasta su segunda venida) y dejó a cada uno de sus criados (nosotros) una tarea (una misión), exhortándonos una vez más a la vigilancia: “Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”.

Siempre que pensamos en esa “segunda venida” de Jesús, vienen a nuestras mentes las imágenes apocalípticas del fin de mundo, del “final de los tiempos”. Pero lo cierto es que ese encuentro definitivo con Jesús puede ser en cualquier momento para cada uno de nosotros; al final de nuestra vida terrena, cuando enfrentemos nuestro juicio particular.

El Señor ha dado a cada uno de nosotros unos dones, unos carismas, y nos ha encomendado una tarea. Si el Señor llegara “inesperadamente” esta noche en mi sueño (¡cuántos no despertarán mañana!), ¿qué cuentas voy a darle sobre la “tarea” que me encomendó? De ahí la exhortación a estar vigilantes y con nuestra “tarea” al día teniendo presente que, si la encontramos difícil, tan solo tenemos que recordar las palabras de Isaías: “Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano”.

Estamos comenzando el Adviento. Tiempo de anticipación, de conversión, de vigilante espera para el nacimiento del Niño Dios en nuestros corazones. Anda, reconcíliate con Él y con tus hermanos, ¡no vaya a ser que llegue y te encuentre dormido!

REFLEXIÓN PARA LA SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO (A) 23-11-14

Juicio final Mt 25,31-46

Hoy es el trigésimo cuarto domingo del Tiempo Ordinario, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo; solemnidad que marca el fin de Tiempo Ordinario y nos dispone a comenzar ese tiempo litúrgico tan especial del Adviento.

La solemnidad de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. Quería el Papa motivar a los católicos a reconocer públicamente que la cabeza de la Iglesia es Cristo Rey. Posteriormente se movió al último domingo del tiempo ordinario para resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal, colocándola entre un ciclo litúrgico y otro.

Todas las lecturas que nos propone la liturgia para hoy nos apuntan al señorío y reinado de Jesús, con un sabor escatológico, es decir, a esa segunda venida de Jesús que marcará el fin de los tiempos y la culminación de su Reino por toda la eternidad.

La primera lectura, tomada del profeta Ezequiel (34,11-12.15-17), además de presentarnos la figura de Jesús como pastor, nos lo presenta como Rey y Señor de la historia, que habrá de juzgarnos al final de los tiempos: “Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío”.

En la lectura evangélica (Mt 25,31-46) Mateo nos estremece con la parábola del “juicio final”. Este pasaje nos recuerda que un día vamos a enfrentarnos a nuestra historia, a nuestras obras, y vamos a ser juzgados. A ese juicio no podremos llevar nuestras palabras ni nuestra conducta exterior. Solo se nos permitirá presentar nuestras obras de misericordia.

Los que escuchaban a Jesús, le preguntan: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” La contestación no se hace esperar: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”. Lo mismo ocurre en la negativa: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”. Y la respuesta es igual: “Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo”. Para explicar el juicio echa mano de la figura del pastor que vimos en la primera lectura: “Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda”.

Durante el tiempo de Adviento que se avecina se nos propone el compromiso de amar al prójimo como preparación para el nacimiento del Niño Dios en nuestros corazones. El Evangelio de hoy va más allá de no hacer daño, de no odiar; nos plantea lo que yo llamo el gran pecado de nuestros tiempos: el pecado de omisión. Jesús nos está diciendo que es Él mismo quien está en ese hambriento, sediento, forastero, enfermo, desnudo, preso, a quien ignoramos, a quien abandonamos (pienso en nuestros viejos).

Un día vamos a tomar el examen de nuestras vidas, y Jesús nos está dando las contestaciones por adelantado. ¿Aprobaremos, o reprobaremos? De nosotros depende…

RETIRO PREPARATORIO PARA EL ADVIENTO 2014, PARROQUIA EL BUEN PASTOR

Poster retiro sm

Vayan separando esa fecha en sus calendarios. Este retiro representa una magnífica oportunidad para vivir ese tiempo fuerte del Adviento a plenitud.

Espero abrazarles ese día…

Para más detalles, te invitamos a visitar:

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