Para saber cómo, te invito a seguir el siguiente enlace para disfrutar del más reciente vídeo en nuestro canal de YouTube, De la mano de María TV, sobre este interesante tema: https://www.youtube.com/watch?v=KGrwHMA71gE
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Para hacerlo sigue el siguiente enlace para disfrutar del más reciente vídeo en nuestro canal de YouTube, De la mano de María TV, sobre los Criterios para determinar la autenticidad de las apariciones marianas:https://www.youtube.com/watch?v=KGrwHMA71gE
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Aquí el enlace del canal para que puedas disfrutar del más reciente vídeo en nuestro canal de YouTube, De la mano de María TV, sobre la Jornada mundial del enfermo: https://www.youtube.com/watch?v=RA3H1EPD7m0
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Aquí el enlace del canal para que puedas disfrutar del más reciente vídeo en nuestro canal de YouTube, De la mano de María TV, sobre Nuestra Señora de Lourdes: https://www.youtube.com/watch?v=RA3H1EPD7m0
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¡Hola hermanos! Comparto con ustedes el enlace para nuestro más reciente vídeo en YouTube, en el que separamos la realidad de la ficción respecto al famoso tercer secreto de Fátima.
En esta cápsula te explicamos por qué la Iglesia llama a Nuestra Señora la “Nueva Eva”, el significado del nombre “Eva”, y cómo el adjudicar ese título a la Virgen María se sustenta en las Sagradas Escrituras.
Hoy celebramos la memoria litúrgica de la Expectación del parto de la Bienaventurada Virgen María, fecha en la que también comenzamos nuestras tradicionales misas de aguinaldo en expectación gozosa del nacimiento de nuestro Redentor. Te invitamos a ver este vídeo en el que te explicamos el origen y significado de esta festividad.
“¿Qué salisteis a contemplar en el desierto?”; “¿qué salisteis a ver?”; “¿qué salisteis a ver?”.
Nietzsche dijo que sólo iba a creer en un Dios que pudiese bailar. Bailar es un
signo de alegría, de gozo, de júbilo. El rey David “danzaba y giraba con todas
sus fuerzas ante Yahvé, ceñido de un efod de lino (El efod o ephod es un
vestido sacerdotal usado por los judíos; una de las vestiduras sacerdotales del
Antiguo Testamento).” (2 Sam 6,14). El pasado domingo celebramos el “Domingo Gaudete (alégrate)”, una invitación a
alegrarnos, porque el Señor viene.
Y en la primera lectura de hoy (Is 54,1-10),
tomada del “segundo Isaías, o libro
de la consolación, el profeta invita a su pueblo a hacer lo propio ante la
promesa de Yahvé de que regresarían a su tierra y Jerusalén sería restaurada:
“Exulta, estéril, que no dabas a luz; rompe a cantar, alégrate”… Hay que gritar
de júbilo, porque el Señor “cambió el luto en danzas” (Sal 29).
Estamos a escasos ocho (8) días de la
Nochebuena, esa noche mágica en que nace nuestro Señor y Salvador; el Señor que
era, que es, y que será; ese Señor que está vivo, que es la Vida, que nos da la
Vida; que viene constantemente a nosotros, pero cuya venida celebramos
especialmente en la Navidad. Y por eso nos regocijamos, y cantamos, y bailamos,
y sentimos ese “cosquilleo”, ese “no-sé-qué” en todo nuestro ser.
Como hemos dicho en ocasiones anteriores, el
Adviento tiene también una dimensión escatológica,
del final de los tiempos, que nos invita a esperar con alegría esa segunda
venida de Jesús, cuando regrese a cerrar la historia para que podamos disfrutar
de su presencia por toda la eternidad (Ap 22,4-5).
Los evangelios, por su parte, nos muestran a
un Jesús alegre, que disfruta la compañía de sus amigos en las fiestas (Jn
2,1-12; 12,2). Por eso nuestra Iglesia es alegre; alegría que solo puede venir
del Amor; de sabernos amados incondicionalmente por un Padre siempre dispuesto
a perdonarnos (cfr. Lc 15,11-32) que
celebra una fiesta cuando nos tornamos a Él.
En la lectura evangélica de hoy (Lc 7,24-30),
continuación de la de ayer, Jesús nos pregunta tres veces: “¿Qué salisteis a
contemplar en el desierto?”; “¿qué salisteis a ver?”; “¿qué salisteis a ver?”.
Tal parece que estuviera preguntándonos cómo estamos viviendo nuestro Adviento.
¿Qué salimos a ver? ¿Las luces de colores? ¿Los arbolitos de navidad? ¿Los
pesebres? ¿Las decoraciones navideñas de casas y comercios? ¿En serio creemos
que vamos a encontrar allí a Jesús?…
Si salimos a ver esas cosas no vamos a
encontrar a Jesús, al igual que aquellos que salieron a ver un hombre “vestido
con ropas finas”, y lo único que vieron fue un hombre vestido con piel de
camello (Juan el Bautista) y por eso no lo reconocieron.
Para encontrar a Jesús tenemos que liberarnos
de las luces de colores, del consumismo que caracteriza la Navidad, y salir al
encuentro de los pobres y humildes. Solo allí encontraremos ese Amor que llena
nuestro corazón de regocijo, que nos hace exultar y alegrarnos. Entonces
podremos decir (dar testimonio) a todo el que se cruce en nuestro camino lo que
Andrés le dijo a su hermano Simón: “Hemos encontrado al Mesías” (Jn 1,41).
¡De eso se trata el Adviento; de eso de trata la Navidad!